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Volumen 15
Número 2

Septiembre 2019 - Marzo 2020
Publicación: Octubre 2019
Ignacio Martín-Baró: 30 años


Resumen

Este artículo es una versión actualizada del publicado originalmente al cumplirse los 25 años de la creación del Fondo Martín Baró. Da cuenta del proceso de gestación de un proyecto filantrópico como respuesta a una tragedia. El asesinato de Ignacio Martín-Baró en 1989 es recordado por distintos académicos norteamericanos que lo conocieron y que decidieron continuar con su obra a partir de apoyar proyectos comunitarios y sociales en distintas partes del mundo. Presenta como adjunto un listado actualizado a 2019 de todos los proyectos financiados, con sus nombres, instituciones y países en los que fueron realizados.

Abstract English version

[pp. 47-50]

El fondo Ignacio Martín-Baró en sus veinticinco años

Ben Achtenberg
Joan Liem

Recibido 10/12/18 - Aprobado 15/6/19

University of Massachusetts

A lo largo de estos veinticinco años de recaudación de fondos y filantropía relacionados con el activismo, el Fondo Ignacio Martín-Baró para la Salud Mental y los Derechos Humanos ha recaudado y distribuido más de un millón de dólares para pequeños proyectos alrededor del mundo. Varios voluntarios que llevan mucho tiempo en el Fondo se reunieron recientemente en Boston College para reflexionar sobre ese legado en el vigésimo quinto aniversario de Martín-Baró, cinco de sus compañeros jesuitas, su empleada Julia Elba Ramos y su hija Celina.

El Fondo hace honor a la vida y obra del sacerdote jesuita Ignacio Martín-Baró, un pensador seminal en el campo de la psicología social y, en particular, en su uso y significado para el trabajo con los pueblos indígenas y los desposeidos. A finales de 1980, Brinton Lykes y Ramsay Liem, miembros del Fondo, habían conocido y habían sido inspirados por "Nacho", quien tenía su base en la Universidad de América Central, en El Salvador. Durante una visita a los Estados Unidos, él participó en una reunión donde discutieron maneras en que podrían colaborar.

Con el objeto de dar curso a esas ideas, fue programada una conferencia telefónica de intercambio seguimiento para el 16 de noviembre 1989. Ramsay y Brinton se encontraban de hecho en medio de organizar esa llamada cuando recibieron la noticia devastadora de que Martín-Baró, cinco compañeros jesuitas, su ama de llaves y su hija había sido asesinados, todos brutalmente ejecutados, como más tarde se descubrió, por la tropa salvadoreña entrenada en la Escuela de las Américas de los Estados Unidos. La idea de crear un fondo con el nombre de Nacho fue una respuesta a esa tragedia. "No había otra opción", dice Ramsay. "Simplemente sentimos que teníamos que hacer algo para honrar su trabajo y aprender del mismo".
Posteriormente en la Universidad de Texas, la cineasta Pat Goudvis se había conectado con Brinton debido a sus intereses mutuos en América Central, y se unió al Fondo a su regreso a Boston: "Yo quería estar involucrada ... esto era algo muy centrado y específico que simplemente no estaba sucediendo en ninguna otra parte".
En ese momento, Joan Liem estaba desarrollando un programa en la Universidad de Massachusetts en Boston, entrenando a los psicólogos para trabajar con las poblaciones marginadas. Ella dice que el Fondo proporcionó un espacio en el que podía "volver a comprometerse con un enfoque diferente" libre de las presiones y tensiones de la Academia.
Yul-san Liem, la hija de Joan y Ramsay se unió al Fondo cuando tenía dieciséis años, junto con su hermana Wol-san. Las dos niñas habían formado un vínculo profundo con Martín-Baró, durante una reunión en su casa. Cuando él se dio cuenta de que los jóvenes no participaban en las discusiones de "adultos", ella recuerda que Nacho dijo algo así como: "Bueno, ¿qué estamos haciendo? Tenemos que hacer de este un espacio en donde los más jóvenes pueden participar". Interrumpió su discurso y se sentó a cantar y tocar la guitarra con ellos.

Cathy Mooney llama el haber vivido en América Latina "una experiencia transformadora", pero de regreso en los Estados Unidos se encontró en entornos académicos que no ofrecían muchas ocasiones para seguir participando. Vio la participación en el Fondo como una oportunidad para servir de una manera diferente. "Mucha gente no quiere hacer el trabajo de recaudación de dinero; quieren las vibraciones positivas que se reciben del servicio directo.” Yo pensé: "No creo que necesite eso. Creo que puedo hacer esto".

Brian Murphy, otro de los primeros miembros, nota que escuchar acerca de los asesinatos "hizo parte de toda la toma de conciencia de lo que nuestro país estaba haciendo en el ámbito internacional. Estar en este grupo de personas que habían conocido personalmente a Ignacio era muy poderoso". Brian habló por muchos miembros del Fondo cuando mencionó el poder de nuestra conexión - aunque indirecta - con los proyectos que apoyamos: "Lo que realmente me permitió seguir, fue la lectura sobre el trabajo que estaban haciendo, aprendiendo cómo tener un molino de maíz en su pueblo, por ejemplo, podría cambiar su mundo - para tener una idea de lo que la gente estaba haciendo en el mundo".
Entre algunas adiciones posteriores al Fondo, Ben Achtenberg habló de su mentor y colaborador, un psiquiatra que se volvió director de cine, y del aprendizaje de utilizar las películas para iluminar la condición humana. Sin embargo, encontró que el trabajo con el Fondo había sido una contra-experiencia bienvenida: tener la oportunidad de apoyar a movimientos sociales interesantes y emocionantes sin el efecto de distanciamiento de verlos como sujetos potenciales de filmación.
Bryan Gangemi sintió que su estudio de pregrado en psicología en la Universidad de Massachusetts en Boston era "completamente carente de todo contenido político". Conoció sobre el Fondo a través de un mentor en la Universidad de Massachusetts: "Fue una de las primeras cosas que realmente tenía sentido para mí dentro de la psicología". Otro factor motivándolo a "aterrizar" sobre la realidad política de América Latina fue conocer que el abuelo de su compañera había sido él mismo víctima de la violencia política en Ecuador.

Las primeras experiencias de Sam Wechsler en Guatemala fueron "transformadoras de vida", y la motivaron a querer saber más. De regreso a los Estados Unidos, alguien la vinculó con Brinton. “Hablamos bajo un árbol durante horas y en algún momento ella dijo, ‘¿Quieres participar en el Fondo?’” A su regreso a Guatemala, Sam visitó el proyecto donde Brinton trabajaba en Chajul, que influyó en la fundación de su propio Voces de Cambio un proyecto de escritura y fotografía para niñas adolescentes en Quetzaltenango. Con respecto al Fondo, Sam dice: "Estaba muy emocionada de ser parte de un grupo de personas de ideas afines. Sentí que aprendí muchísimo".

Reflexionando sobre los logros del Fondo Martín-Baró, los miembros señalaron que, en general, el dinero recaudado y otorgado a los beneficiarios estaba bien utilizado, en su mayoría para el apoyo directo de los proyectos propuestos, y muy poco destinado a gastos administrativos. A pesar de las modestas cantidades que pudimos ofrecer, la mayoría de los grupos financiados logró mucho con respecto a sus objetivos declarados.

Los miembros del Fondo se enorgullecen del hecho de que logramos mantener un esfuerzo completamente voluntario por mucho más tiempo que muchos de estos grupos, y desarrollamos un proceso fuerte, colectivo, tanto para el funcionamiento de la organización como de relación con los grupos que financiamos. Hemos sido capaces de permanecer fieles y de promover la misión central y los objetivos del Fondo, al tiempo que ampliamos nuestra comprensión de las cambiantes condiciones globales. En el proceso también hemos sido capaces de incluir un gran número de estudiantes de pregrado y postgrado en nuestro trabajo - para proyectos de recaudación de fondos a corto plazo, como nuestra Bowlathon anual pero, más importante aún, como miembros del comité, hemos participando plenamente en la evaluación de propuestas y donaciones.

Además, ofrecimos programas educativos valiosos para el público aquí en casa. Trajimos a algunos oradores verdaderamente maravillosos, tuvimos buena participación, y con éxito difundimos el trabajo que nuestros becarios estaban haciendo. Aunque no necesariamente lo estábamos planeando, nuestra programación ayudó a crear un sentido de comunidad en nuestras audiencias locales durante los tiempos más difíciles. Nuestro boletín y página web, creados con un presupuesto reducido, continúan la misión educativa del Fondo y permanecen exitosos.

Los miembros del Fondo reflexionaron sobre las tensiones y las complicaciones que surgieron, a medida que ampliamos nuestro alcance geográfico, para financiar proyectos en las áreas donde hemos tenido menos contacto, pero, como un miembro señaló, "hemos conseguido con el tiempo informarnos sobre un mayor número de áreas a través de los grupos y proyectos que nos envían propuestas ".

El Fondo continúa hoy en día como un proyecto del Centro de Derechos Humanos y Justicia Internacional de Boston College. Aunque algunos de los miembros originales siguen participando, la membresía está constituida ahora en gran parte por los profesores, administradores y estudiantes de la universidad. Como en el pasado, seguimos apoyando organizaciones de base que se ocupan de los derechos humanos y los problemas de salud mental, al mismo tiempo que luchamos con muchos de los mismos, pero también con los nuevos desafíos del cambiante orden mundial. Lo que permanece constante, sin embargo, es la visión orientadora de Ignacio Martín-Baró: que la gente de base tiene la capacidad colectiva para resistir la violencia del Estado, y promover la recuperación y el cambio social, es decir, "la construcción de una nueva persona en una nueva sociedad".

El más reciente documental del cineasta Ben Achtenberg es Refuge: Caring for Survivors of Torture (2013). Joan Liem es profesora de psicología y asistente especial del rector para el desarrollo de programas de postgrado en la Universidad de Massachusetts en Boston.



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