Es inútil volver sobre lo que ha sido y no es ya.
Frédéric Chopin [1]
“Vuelvo enseguida” es un capítulo perteneciente a la serie de ciencia ficción “Black Mirror” es un escenario que nos invita a pensar diversas cuestiones ligadas al campo de lo subjetivo. Podremos repreguntarnos bajo qué condiciones la utilización de una tecnología determinada produce y promueve el desarrollo de lo simbólico y en qué otras aparece más bien generando su aplastamiento.
A modo de ficción no tan lejana, a través de los datos subidos a la nube virtual pueden recolectarlos y unirlos de modo tal que si la persona muere, puede reconstruirse su sustituto. En un primer momento sólo en forma de sonidos para luego materializarse en un cuerpo. Aquel “ser” será un clon virtual de un sujeto. En ese trabajo de recolección se simulan respuestas por las cuales se supone que si el sujeto estaría allí respondería de esa manera. De modo tal que nos podremos preguntar si la creación virtual de una persona a través de los datos subidos a la nube nos permite hablar de un sujeto. Sujeto en tanto sujeto dividido, sujeto del inconsciente. ¿No seremos acaso el conjunto de nuestros mensajes que brindamos a lo largo de nuestras vidas en tanto enunciados?, ¿qué pasa aquí con el sujeto de la enunciación?, ¿seremos lo que decidamos mostrar en las redes?
Debemos rápidamente presentar a Martha y Ash, una pareja recién casada la cual se ve abruptamente quebrada por un accidente en el cual Ash pierde la vida. En los avatares de los primeros momentos a solas, le recomiendan el uso de una nueva tecnología la cual reconstruye la voz de Ash. En un primer momento no lo toma como opción, luego sucede algo impensado para el espectador y seguramente también lo será para Martha, se entera que está embarazada.
Esto da un giro inesperado y accede a escuchar nuevamente su voz para contarle esta noticia, para saber que hubiese dicho Ash en ese momento. Aparece ese “Hola” tan temido, efectivamente es la voz de Ash. Poco a poco uno cree que esta persona volvió… enseguida tal como lo advierte el título del capítulo. Habría algo del orden de lo renegatorio en esta pérdida, fomentado por esta fantasía especular de la duplicación.
El acceso a esta tecnología no lo hace en cualquier momento, sino en el cual aparece la posibilidad de la maternidad. ¿Qué pasará entonces con la paternidad?, ¿podrá ese sustituto ser un padre?, ¿será ese intento por reencontrarse con Ash un intento por formarse un padre para su hija? Así mismo, ¿qué pasará con el duelo?, ¿servirá este caso para la tramitación singular de una pérdida?, ¿qué es lo que se pierde? Si pensamos a Ash como objeto irrepetible para Martha, ¿puede advenir un sustituto en su lugar?. Empieza a aparecer la ilusión de lo no perdido. Más adelante veremos que en esa ilusión hay algo que escapa.
En cuanto al duelo, Kletnichi toma lo propuesto por Lacan, para decir que se trata de movilizar al conjunto del significante, de producir el reordenamiento de lo simbólico en el intento de recubrir la falta, ya que lo perdido en lo real exige inscripción simbólica [2]. Podríamos interrogar si aquí hay lugar para el recubrimiento de ese real en juego. ¿Habrá lugar para el trabajo de duelo o hay un extrañamiento de la realidad y una retención del objeto por vía de una psicosis alucinatoria de deseo?
Poco a poco vemos que ese sustituto de Ash empieza a fallar como copia fiel del original. Ya no responde lo que Martha piensa que respondería su esposo en determinado momento. Ese es el punto que genera un desencuentro. Adviene la pregunta ¿Qué hago con esto?, en esta interpelación al sujeto, la respuesta es seguir haciendo oídos sordos y mantener a ese Ash aunque sea en el ático.
El uso de esta biotecnología, ¿puede pensarse como un intento de taponar la falta? A lo largo del capítulo aparecen señales de que eso no es posible, es decir que no existe (por más de que se lo intente) la posibilidad de sostener esta farsa. Por más de que aparecen usos de las tecnologías que intentan borrar la falta, borrar la castración y aquello que es del orden de lo humano, hay algo que insiste y no se deja atrapar. Remarcamos aquí el límite de la ciencia como saber absoluto. Lo que podríamos ubicar que falla es la relación con el Otro, la intrincada relación en la cual siempre hay un mal entendido. El campo de lo simbólico como campo específicamente humano siempre conservará como lógica estructurante ese real que no se dejará aprehender por lo simbólico.
Podemos remitirnos a la portada de la serie, en la cual vemos una pantalla negra.. quebrada. Una lectura posible será pensar esa fisura como aquello que no se deja atrapar por el reflejo oscuro de las pantallas. La tecnología aquí tiene un límite, hasta ahora no puede repetir aquello del orden de lo estructural. Sus intentos desde esta lógica, serán intentos fallidos.
Referencias
Freud, S. (1914-1916). Duelo y Melancolía. En Obras Completas, Amorrortu Editores, Tomo 14, Buenos Aires, 1986.
Gutiérrez, C. y Michel Fariña, J. J. (2000). El doble de la clonación y la división del sujeto. En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 2000.
Kletnicki, A. (2000). Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real. En La encrucijada de la filiación. Tecnologías reproductivas y restitución de niños, Lumen/Humanitas, Buenos Aires, 2000.