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Volumen 21 | Número 2
Septiembre 2025 - Marzo 2025
Publicación: Septiembre 2024
Odio y segregación


Resumen

Desde el siglo XIX en adelante la medicina tradicional occidental se ha ocupado con obstinación de colonizar la investigación y el tratamiento de las personas intersex con el objetivo de “normalizar” aquellos cuerpos que desafiaran el binarismo sexual normativo, acarreando como consecuencia un impacto en las formas de subjetivación del género de acuerdo a reglas de conducta que aspiran a un ideal cis-hetero-patriarcal. Anne Fausto-Sterling y Sara Ahmed, cada una desde su campo disciplinar, indagan en estos modelos de “normalización” a partir de las intervenciones médicas y subjetivas a las que son sometidas las personas intersex y queer, en particular, desde la infancia. Siguiendo esta línea de pensamiento, este trabajo se dedicará a interpretar qué lugar ocupa el ideal de felicidad dentro de estos procesos.

Palabras clave: intersexualidad | patologización | felicidad | biomedicalización

Abstract English version

Cuerpos (in)felices

Las intervenciones médicas y sociales sobre los cuerpos de personas intersex como imposición de un ideal de felicidad cis-hetero-patriarcal
Maiten Rodríguez

Universidad de Buenos Aires

Introducción

En su obra Cuerpos sexuados (2006), Anne Fausto-Sterling se dedica con minuciosa atención al desarrollo de una genealogía de los procedimientos, tratamientos y experimentos médicos y científicos diseñados, especialmente en el siglo XX, para la intervención, “corrección” y “normalización” de aquellos cuerpos que no llegaran a cumplir con las expectativas de un cuerpo pretendidamente “sano” de acuerdo a unos parámetros de aceptabilidad en relación tanto del aspecto de los genitales como de la función reproductiva de los órganos sexuales y estrictos roles de género e identidad sexual de las personas intervenidas, la mayoría involuntariamente durante la más temprana infancia. El análisis exhaustivo de la bióloga estadounidense aporta además una historización sobre los medios de legitimación de estos procedimientos a través de la producción de pretendidos conocimientos científicos sostenidos en una concepción binaria de los sexos. Por su parte, Sara Ahmed elabora en La promesa de la felicidad (2023) la noción de “felicidad” como un problema político, un ideal inalcanzable en sí mismo, que impone determinadas pautas de comportamiento y objetos de deseo signados por una normatividad blanca, colonial, machista y cis-hetero-patriarcal que deberán ser cumplidos sin cuestionamientos, si se desea alcanzar el objetivo de ser feliz.

El presente trabajo buscará entablar una conexión entre ambas autoras para indagar en las formas en que el poder del saber médico y la sociedad cis-hetero-patriarcal es reproducido tanto en las instituciones sanitarias como en los hogares y familias de niñxs intersex en la búsqueda de la producción de subjetividades que, cumpliendo en tanto corporalidades con las expectativas sexo-genéricas “normales” del sistema médico científico, no se desvíen del camino de la felicidad como destino moral de los individuos en la sociedad burguesa. Desde esta perspectiva, la promesa de la felicidad se encarnaría en la vida de las personas como un régimen de categorización y distribución de los cuerpos y las subjetividades, acarreando consecuencias incluso para las personas que se identifican como cis-género.

Sexo y género: la banda del Möbius entre la fisiología y lo social

Para la “construcción del intersexual moderno” (Fausto-Sterling, 2006, p. 54), fue necesario que, desde el siglo XVIII en adelante, la biología y la medicina colonizaran el debate científico en torno a lo que podía considerarse un cuerpo “normal” a partir de la diferenciación con aquellos cuerpos que debían caracterizarse como “patológicos”. Esto implicó modificaciones en el vínculo conceptual entre sexo y género así como la sofisticación de los métodos utilizados para la evaluación de los cuerpos que sostuviera la idea de que la diferencia de los sexos tendría un origen estrictamente biológico.

En relación al vínculo entre sexo y género, Fausto-Sterling pone atención sobre como actores tan diversos, que van desde los sexólogos John Money y Anke Ehrhardt hasta las feministas de los años ‘70, coinciden en separar estos conceptos en órbitas diferenciadas, ligando el sexo a lo anatómico y fisiológico, y el género a la construcción social de la conducta. De esta forma, se insistirá en la idea de que los cuerpos “normales” podrán ser únicamente identificables entre dos tipos: de sexo masculino o de sexo femenino. La división binaria se hará patente en la intervención sobre los cuerpos intersex tomando como parámetro de clasificación aspectos arbitrarios y de dudosa objetividad: para definir la masculinidad se priorizará el tamaño del pene, y para la feminidad se dará un lugar central a la capacidad reproductiva.

La división binaria de los sexos se encontrará en una relación de necesidad mutua con el sostenimiento de una “mitología de lo normal” (Fausto-Sterling, 2006, p. 23) que se servirá por su parte del género como andamiaje social, exigiendo a las familias de niñxs nacidxs con genitales o aparatos reproductivos masculinos y femeninos a la vez reforzar comportamientos y reglas de conducta. Si para los asignados como varones lo prioritario es la capacidad de penetrar y hacer pis de pie, y para las asignadas mujeres la capacidad de ser penetradas por un varón, quiere decir, que deberán verse distribuidxs en el espectro activo/pasivo mediante el cual se les asignarán también colores, vestimenta, juegos, intereses y demás actividades que permitan reforzar una subjetividad de supuesta correspondencia entre sexo y género. Al respecto de la asignación del sexo, el investigador Mauro Cabral advierte sobre este sesgo psicosocial del proceso de generización para el cual “es más fácil hacer una mujer que un hombre” debido a que la feminidad es concebida como un hueco (Cabral y Benzur, 2005, p. 291).

A la hora de considerar una definición para la relación entre sexo y género, Fausto-Sterling elige aquella propuesta por la filósofa feminista Elizabeth Grosz, quien

“evoca la banda de Möbius como metáfora de la psique […] contemplando el cuerpo (el cerebro, los músculos, los órganos sexuales, las hormonas y demás) como la cara interna de una banda de Möbius, y la cultura y la experiencia como la cara externa” (Fausto-Sterling, 2006, p. 40-41).

El dato relevante de la imagen sería la no continuidad entre ambos lados, haciendo posible atravesar la banda de una cara a la otra desde cualquier punto y en cualquier sentido, y rebatiendo la diferenciación binaria entre naturaleza y crianza.

Para graficar esta cuestión resulta muy útil la recuperación de casos que hace la autora, entre los que se destacan el experimento John/Joan/John, del psicólogo John Money, y el seguimiento de una reasignación de sexo en un bebé de siete meses. David Reimer (conocido como John/Joan/John), quien fuera sometido a una operación de reconversión sexual a sus dos años de edad, sin tener conocimiento sobre las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos hormonales por lo que había tenido que pasar, comenzó a exhibir a los trece años grandes dificultades para cumplir con las expectativas de género femenino impuestas sobre su persona y, ya en edad adulta y asumiendo su identidad como varón, decidió someterse a tratamientos con testosterona y a una operación de reconstrucción de pene [1]. Este caso permitió al biólogo y sexólogo Milton Diamond a contraponer la hipótesis de que “el cerebro está sexuado ya desde antes del nacimiento” (Fausto-Sterling, 2006, p. 93). Sin embargo, en el segundo caso, analizado por sociólogos canadienses en 1998, da cuenta de una persona criada y que vive como mujer, quien, luego de distintas relaciones heterosexuales con varones, se reconoce como lesbiana sin que esto signifique una ruptura en su identificación de género producida por medio de la crianza.

Los diferentes ejemplos nos enseñan que el debate entre naturaleza y crianza estaría lejos de ser saldado o, más aún, que debería permitirse un lugar a lo azaroso en el juego de identidades sexo-genéricas. En palabras de Cabral, la intersexualidad merece ser considerada como una variación, es decir, como un “conjunto muy amplio de corporalidades posibles” en tanto “mosaicos cromosómicos (XXY, XX0) [...] y configuraciones y localizaciones particulares de las gónadas como de los genitales” (Cabral y Benzur, 2005, p. 284). Sin embargo, la resistencia por parte de la medicina tradicional a reconocer este aspecto incontrolable e imprevisible de la sexualidad en las personas intersex no sólo se hace evidente en la persistencia de las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos hormonales, sino que también se exhibe en las prácticas sociales y culturales que dan forma a los modos de crianza de las personas intersex.

¿Por qué la felicidad podría ser un problema político?

La psicoanalista Sara Ahmed en su libro La promesa de la felicidad (2023) se dedica a explorar la constitución de un ideal de felicidad estrechamente vinculado a las estructuras cis-hetero-patriarcales encarnadas en las formas del Estado nación moderno y la familia nuclear burguesa, siendo esta última un ámbito por excelencia para observar el despliegue de las prácticas mencionadas en el apartado anterior. A través de la expresión “lo único que quiero es que seas feliz” (Ahmed, 2023, p. 48), transmitida de padres y madres a hijxs, se propone la felicidad como un dispositivo disciplinar por partida doble que implica, al mismo tiempo, un imperativo moral y una promesa irrealizable. En los capítulos 2, “Feministas aguafiestas”, y 3, “Queers infelices”, Ahmed propone un recorrido por las representaciones de la felicidad (o su ausencia) en diferentes obras literarias protagonizadas por mujeres y lesbianas que encuentran una contradicción entre sus “guiones de género” y el estado anímico en cuestión. En el primer caso, es la figura de la “ama de casa feliz” (ídem, p. 123), la cual funciona como ejemplo para graficar el ideal de felicidad distribuida por género al que deberían aspirar las mujeres. En el segundo caso, la centralidad la toma la idea de “infelicidad queer”, en especial el temor de padres y madres a la infelicidad de sus hijxs queers.

Ubicada en el centro de La mística de la feminidad (1963) de Betty Friedan, la figura de la ama de casa es identificada por Ahmed como un producto de la fantasía más que de la realidad, al representar una parte muy pequeña de las mujeres blancas norteamericanas de clase media y clase alta que excluía a la gran mayoría de mujeres negras e inmigrantes de clase trabajadora que nunca tuvieron la “suerte” de verse recluidas en el hogar para dedicarse exclusivamente de las tareas de cuidado de su familia, como también remarca bell hooks. No obstante, la persistencia de esta fantasía cobra relevancia en la actualidad en una corriente literaria que se hace eco del hogar en tanto paraíso perdido para las mujeres como consecuencia del feminismo. El ejemplo elegido por Ahmed es Happy Housewives (2005) de Darla Shine, en el cual se presenta una idea de la reclusión en el hogar vinculada al “ocio, la comodidad y la tranquilidad” (Ahmed, 2023, p. 126), al mismo tiempo que se recuperan la maternidad y el deber de intimidad con el esposo como centro de la vida de una mujer feliz. En oposición, Ahmed también toma como referencia la novela de Virginia Woolf Mrs. Dalloway (1925) para dar muestra de la infelicidad que permea estas formas del buen vivir. Cada instante de la vida de la Sra. Dalloway se encuentra acechado por el malestar, por una sensación de estar desapareciendo en la vida y felicidad de los demás, la de su marido, sus hijxs o la de sus amigxs.

Gracias a estos breves ejemplos podemos tener una mirada comprensiva sobre los efectos negativos que el mito de la familia feliz tiene sobre aquellas mujeres que, aun logrando cumplir con los limitados requisitos para acceder a la feminidad ideal y a la vida de una “ama de casa feliz”, sienten en esta constante regulación y postergación del deseo. Asimismo, Ahmed propone que el señalamiento que las feministas hacen hacia estos guiones de género es lo que las convierte en un símbolo de infelicidad por quienes observan en el acto de la denuncia el origen del malestar y no en aquello que es denunciado.

El problema de la regulación del deseo se hace también presente en el capítulo sobre la heterosexualidad normativa y la prohibición del lesbianismo y la homosexualidad (al menos en términos simbólicos, cuando no también legales) en la literatura y el cine. En primer lugar, se menciona la imposición de la censura editorial en el caso de Spring fire de Vin Packer, publicado en 1952, con el objetivo de evitar que “la homosexualidad parezca atractiva” (Ahmed, 2023, p. 193). Esta advertencia editorial tenía como objetivo mostrar al mundo la supuesta inviabilidad de las vidas no heterosexuales y, mientras en un comienzo se ocupó de eliminar la existencia de los finales felices, hacia el comienzo del siglo XXI modifica su estrategia para apuntar a una forma de asimilación de la homosexualidad en la cual se habilitaría la posibilidad de un final feliz, siempre y cuando siga las normas de la felicidad heterosexual. Es decir, adaptando y sosteniendo en la medida de lo posible los guiones de género que se aplican a las personas cis-heterosexuales, en particular, el ideal de la familia nuclear.

Para ejemplificar esto último, Ahmed elige el film Si estas paredes hablaran 2 (2000), en el cual se narran tres historias sobre parejas de lesbianas en diferentes momentos históricos y con diferentes posibilidades de acceder a la felicidad. En el tercer episodio se retrata a una pareja de mujeres atravesando el proceso de selección de un donante de esperma para realizar un tratamiento de fertilización in vitro, en la búsqueda de unx hijx que complete a la pareja y la unidad familiar en un acto de heterosexualidad performativa. Al tratarse de una pareja de mujeres lesbianas no debe pasarse por alto que la felicidad pueda ser alcanzada únicamente por medio de la maternidad, es decir, será el cumplimiento de la función materna lo que otorgará el don de la felicidad aún para aquellas mujeres que rechacen ser el objeto del deseo de los hombres heterosexuales.

Volviendo a abordar el problema de la infelicidad de lxs hijxs queers, vemos que su representación tiene lugar primero en el miedo que sienten sus padres a las dificultades que podrían encontrar en la búsqueda de la felicidad, pero también como causa de la infelicidad de los demás. Al respecto, Ahmed nos recuerda el imperativo de una felicidad dirigida hacia determinados objetos “correctos”: “la buena vida se representa por la proximidad a ciertos objetos” (Ahmed, 2023, p. 196) provocando en cada unx de nosotrxs el temor de una vida desdichada si nos atreviéramos a desviarnos del camino y, añade, “el amor heterosexual supone la posibilidad de un final feliz, aquello que orienta la vida, le da dirección o propósito” (ídem, p. 197). La cuestión imperativa de la felicidad se articula con los problemas de reciprocidad y coerción encarnados en los enunciados “soy feliz si tú eres feliz” (ídem, p. 198) y “sólo quiero que seas feliz” (ídem, p. 199), depositando un sentido de responsabilidad por partida doble sobre quienes reciben estas palabras [2].

En estos imaginarios de la “buena vida”, el acto de salida del clóset opera como el desencadenante que inserta la infelicidad en el vínculo entre padres e hijxs al echar por tierra la fantasía de un futuro en la forma de una familia nuclear heterosexual. El ejemplo elegido por Ahmed es la novela lésbica Annie on my mind (1982), a través de la puesta en palabras del padre a su hija del miedo a que nunca pueda tener un marido e hijos, porque para él “[las personas gays] no pueden tener una verdadera vida en familia” (Ahmed, 2023, p. 200). A partir de este momento se desata una paradoja de infelicidad, el padre no podrá ser feliz porque su hija estará destinada a la infelicidad y ella, Lisa, cargará con la culpa de haber hecho infeliz a su padre por confesarle su propia felicidad con otra mujer, Annie.

Si pensamos esta cuestión en relación a los debates en torno al vínculo entre sexo y género que trae a colación Fausto-Sterling, debemos tener en cuenta la observación que hace Cabral al respecto de las operaciones sobre personas intersex, donde no debe subestimarse que para la medicina “la homosexualidad [sea vista] como una posibilidad siniestra derivada de una generización fallada de un cuerpo ’malformado’ o ’defectuoso’” (Cabral y Benzur, 2005, 291) y que la asignación del sexo supone la existencia de un individuo sexualmente neutro en quien la “correcta” correspondencia entre sexo y género debería garantizar el cumplimiento del guion de género heterosexual.

Sobre este punto, Mauro Cabral plantea la existencia de dos temores claves, que se articulan ágilmente con los miedos elaborados por Sarah Ahmed sobre la salida del clóset de lxs hijxs queers. El primero de ellos es el temor a que la persona intersex quede “fuera del género”, es decir, que escape al sistema de distribución binaria de los cuerpos y las subjetividades. El segundo temor, de especial interés para este trabajo, es ante la posibilidad de que la persona intersex sufra discriminación en los distintos ámbitos de interacción social, dotando a las cirugías de “normalización” y a los procesos de generización de un carácter pretendidamente “humanitario” (Cabral y Benzur, 2005, 292) que busque evitarle a las personas operadas (ya sea en secreto o con un parcial ocultamiento de las implicancias de la operación) una vida de infelicidad y exclusión.

Conclusión

Con motivo del debate por la legalización de la adopción para parejas homosexuales en Francia, Paul B. Preciado manifiesta frente a los detractores que:

“Los defensores de la infancia y de la familia invocan la figura política de un niño que construyen de antemano como heterosexual y generonormado. Un niño al que privan de la energía de la resistencia y de la potencia de usar libre y colectivamente su cuerpo, sus órganos y sus fluidos sexuales. Esa infancia que pretenden proteger está llena de terror, de opresión y de muerte” (Preciado, 2019, p. 63).

Si bien su alegato apunta hacia el rechazo conservador contra la adopción por parte de parejas del mismo sexo, a su vez nos asiste a comprender que las intervenciones que tanto la ley como el orden médico imponen sobre las infancias son fundamentalmente un mecanismo biopolítico de control para sostener el orden heterosexual y normalizar a las personas adultas. Bajo amenaza de violencia, niños y niñas deben aceptar someterse al régimen cis-heterosexual o atenerse a las consecuencias. En este sentido, la felicidad ofrecería una suerte de disfraz para el ejercicio de la violencia bajo el cariz del gesto “humanitario” al que se refiere Cabral con el objetivo de “salvar” a las vidas intersex de la desdicha de un cuerpo no normado, a la vez que “asegura el ingreso de ese individuo en la subjetividad sexuada, en la ley, en la lengua” (Cabral y Benzur, 2005, 292).

Sin embargo, como nos enseñan los casos recuperados por Anne Fausto-Sterling, los ejemplos literarios analizados por Sarah Ahmed, y los testimonios basados en las experiencias personales de Paul B. Preciado y Mauro Cabral, son el ocultamiento, la represión de los cuerpos y la postergación del deseo los que conducen hacia vidas cargadas de infelicidad, frente a las cuales se torna necesaria una actitud desafiante e intrínsecamente política que, lejos de someterse al “humanismo” cis-hetero-patriarcal, rechace los protocolos de “normalización” y abrace la existencia de todas las variaciones posibles de corporalidades y subjetividades.

Bibliografía

Ahmed, Sara, La promesa de la felicidad: Una crítica cultural al imperativo de la alegría, Buenos Aires: Caja Negra Editora, 2023.

Cabral, Mauro y Benzur, Gabriel, Cuando digo intersex. Un diálogo introductorio a la intersexualidad, cuadernos pagu (24), enero-junio de 2005, pp. 289-304.

Fausto-Sterling, Anne, Cuerpos sexuados. La política de género y la construcción de la sexualidad, Barcelona: Melusina, 2006.

Gaetano, Phil, David Reimer and John Money. Gender Reassignment Controversy: The John/Joan Case, Embryo Project Encyclopedia, Arizona: Arizona State University, 15/11/2017. Consultado el 27/72025 y disponible online en: https://embryo.asu.edu/pages/david-reimer-and-john-money-gender-reassignment-controversy-johnjoan-case

Preciado, Paul B., ¿Quién defiende al niño queer?, Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce, Barcelona: Editorial Anagrama, 2019.


[1El caso se encuentra detallado en Gaetano, Phil, David Reimer and John Money. Gender Reassignment Controversy: The John/Joan Case, Embryo Project Encyclopedia, Arizona: Arizona State University, 15/11/2017. Consultado el 27/72025 y disponible online en: https://embryo.asu.edu/pages/david-reimer-and-john-money-gender-reassignment-controversy-johnjoan-case

[2A los efectos de este trabajo será el hijx el receptor del mensaje de su madre y/o padre.



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