I Erinias y Euménides
En su conferencia “El cine como experimentación filosófica”, Alain Badiou nos recuerda que, en Francia, cuando se quiere montar un espectáculo popular y generar a la vez un éxito de taquilla se recurre a los clásicos. A adaptaciones de clásicos, como Alejandro Dumas o Víctor Hugo, que fueron ya en su tiempo escritores de masas –ofrece el ejemplo del éxito sostenido de musicales como Les miserables, o Notre Dame de Paris, que realizan en un escenario particular los grandes universales de la condición humana.
Y justamente la cuestión del odio, ligado a la venganza y la justicia es el tema de la primera obra teatral de la historia de la humanidad, La Orestiada, tragedia compuesta por Esquilo y estrenada en – 458. Se trata, como se sabe, de una trilogía. En la primera pieza se narra el regreso de Agamenon, rey de Argos, después de diez años de batallar en la guerra de Troya, y su ulterior asesinato a manos de su esposa Clitemestra, quien había planeado el crimen en venganza por el sacrificio de su hija Ifigenia y luego de haber cometido adulterio con Egisto. La segunda parte presenta el lento proceso de venganza planeado ahora por Electra y Orestes, hijos de Agamenón. A su regreso del exilio e instigado por Electra, Orestes termina matando a su madre y a Egisto, desatando así a las Furias, las diosas oscuras que lo perseguirán implacablemente. La tercera y última pieza, Las Euménides, narra el desenlace de la historia. Orestes es llevado a juicio y junto a Apolo y las Furias comparecen ante el jurado ateniense para decidir si el asesinato de Clitemestra le hace merecedor del tormento que se le inflige. Finalmente, con la ayuda de Apolo y tras una votación ajustada, Orestes resulta absuelto.
No sorprende entonces que uno de los mayores éxitos literarios en Francia haya sido justamente una novela basada en esta tragedia de Esquilo. Se trata de Las Benévolas, de Jonathan Littell, una ficción ambientada durante la segunda guerra mundial que narra la historia de un oficial de las SS, sospechado de matricidio. Las Erinias, personificación femenina de la venganza, son encarnadas en la novela por dos agentes de la policía secreta del Reich, quienes se ensañan de manera implacable con el personaje protagónico. En la versión de Esquilo, la persecución cae sobre Orestes, que como dijimos había matado a su madre Clitemestra para vengar el asesinato de su padre Agamenón. En la novela de Littell, se obsesionan con el teniente Max Aue, sospechado de haber asesinado brutalmente a su madre y a su nuevo marido.
La potencia del mito, excelentemente aprovechado por la novela, radica en la mutación de las Erinias en Euménides. Para no desatar la furia de las Erinias, los griegos no las llamaban por su nombre, que significa Perseguidoras, y utilizaban en cambio una antífrasis, designándolas como Euménides (Benévolas). Según la tradición, el nombre de Euménides habría nacido justamente tras la absolución de Orestes por el tribunal ateniense, dando cuenta así del lado bueno de las Erinias.
En otras palabras, la primera obra de teatro que conoció la humanidad discute si es posible mutar la venganza individual en ley de la Polis. Si la persecución y el crimen pueden llegar a su fin, si la absolución de la justicia resulta posible. Si tribunal y sentencia mediante, las Erinias pueden devenir Euménides.
II Duelos
Durante su presentación sobre su película Puan, Benjamín Naishtat recomendó ver Barry Lyndon, de Stanley Kubrick, película que en este 2025 cumple cincuenta años. Tal como lo mencionó, trata sobre los duelos a pistola en el siglo XVIII… más exactamente sobre el modo en que dos duelos de los que participa el protagonista, marcan su vida.
Y la recomendación nos llevó a la doble acepción que en español tiene la palabra “duelo”. Doble acepción que se explica por dos orígenes etimológicos diferentes, ambos provenientes del latín. Uno se deriva de "dolus", que significa dolor, pena, o sentimiento por la pérdida de alguien querido, y es la raíz que da lugar al significado más común de “duelo” como tramitación de una pérdida. El otro origen es "duellum", que significa combate o batalla entre dos, y se relaciona con el significado de “duelo” como enfrentamiento, lance o desafío.
La contingencia quiso que estemos hablando de Puan al mismo tiempo que nos ocupamos del film Casablanca y de la Antígona, de Sófocles. En ambas, como en Puan, algo que en la entrada situacional aparece como un duellum… deriva en la tramitación de un dolus.
Notemos ante todo que duellum viene de “dos”, “dúo”, hace referencia a los enfrentamientos imaginarios, especulares. La lucha del puro prestigio. Son Etéocles y Polinices peleando por el trono de Tebas, Rick y Victor Lazlo batiéndose por el amor de Ilsa, los profesores de Puan disputándose una cátedra universitaria. Pero no debemos engañarnos. Ese es apenas el señuelo. El verdadero núcleo de estas obras no es el dollum sino del dolus. O mejor: el pasaje del primero al segundo.
La clave radica en que quienes aparecen como perdiendo lo que buscan (el profesor Pena su cátedra, Rick la mujer que ama), resultan ser los que salen en plus, gananciosos desde el punto de vista subjetivo. Y ambos porque logran transformar un duellum en un dolus… El profesor Pena tramitando por fin la pérdida de su mentor y encontrando su propio camino, en la filosofía y en la vida. Y Rick pudiéndose despedir de esa mujer, en fidelidad a un amor que ya no es lo que supo ser: “siempre nos quedará Paris”.
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El odio es siempre especular. Como lo señala Michèle Benhaim, el odio no es lo contrario del amor, sino su reverso, su cara oculta. ¿Puede el pasaje de las Erinias a las Euménides, o del dollum al dolus, arrojar algo de luz sobre el problema que nos ocupa? ¿Puede este rodeo por los orígenes griegos y latinos ayudarnos a pensar el impasse de odio que ciega al mundo?