Nota introductoria
A mi padre
Clea es el cuarto volumen de un grupo de novelas escritas con el propósito de constituir una obra única. Es una secuela de Justine, Balthazar y Mountolive. El conjunto de las cuatro novelas forma "El Cuarteto de Alejandría"; un subtítulo adecuado para la obra podría ser el de "continum verbal". En la nota previa a Balthazar exponía mis intenciones en cuanto al aspecto formal del cuarteto. En los "Temas de ejercicio" que cierran este volumen sugiero una serie de variantes para un posible desarrollo ulterior de personajes y situaciones; pero sólo con el propósito de insinuar que aun cuando la serie se prolongase hasta el infinito, la obra no sería jamás un roman fleuve (un tema único desarrollado en series), sino siempre estrictamente una parte del mismo "continum verbal". De modo que si el eje del cuarteto está en el justo centro, podrá iluminar cualquiera de las partes sin que se pierda el ajuste y la unidad del "continum". En todo caso, para todos los fines y propósitos, los cuatro volúmenes pueden ser juzgados como un todo.
Como la literatura moderna no nos ofrece Unidades me he vuelto hacia la ciencia para realizar una novela como un navío de cuatro puentes cuya forma se basa en el principio de la relatividad. Tres lados de espacio y uno de tiempo constituyen la receta para cocinar un continuo. Las cuatro novelas siguen este esquema. Sin embargo, las tres primeras partes se despliegan en el espacio (de ahí que las considere hermanas, no sucesoras una de otra) y no constituyen una serie. Se interponen, se entretejen en una relación puramente espacial. El tiempo está en suspenso. Sólo la última parte representa el tiempo y es una verdadera sucesora.
La relación sujeto-objeto es tan importante para la relatividad que he debido emplear los dos tonos: el subjetivo y el objetivo. La tercera parte, Mountolive, es una novela estrictamente naturalista en la cual el narrador de Justine y Balthazar se convierte en objeto, es decir, en personaje. Este método. no debe nada ni a Proust ni a Joyce, pues a mi entender sus métodos, ilustran la noción de "duración" de Bergson, no la relación "espacio-tiempo".
El tema central del libro es una investigación del amor moderno. Estas consideraciones pueden parecer un poco presuntuosas e incluso grandilocuentes. Pero valga la pena tratar de descubrir una forma, adecuada a nuestro tiempo, que merezca el epíteto de "clásica". Aunque el resultado sea "ciencia-ficción" en la verdadera acepción del término.