Volumen 18 | Número Especial Enero 2023 Marzo 2023
Publicado: Enero 2023 Pelicónicas Diplomatura UBA
Cuando la especie humana se adapta a un entorno artificial, el cuerpo humano es objeto de nuevas transformaciones y mutaciones. Con la ayuda de su compañera Caprice (Léa Seydoux), Saul Tenser (Viggo Mortensen), célebre artista performativo, escenifica la metamorfosis de sus órganos en espectáculos de vanguardia. Timlin (Kristen Stewart), una investigadora de la Oficina del Registro Nacional de Órganos, sigue de cerca sus prácticas. Es entonces cuando un grupo misterioso aparece: desean aprovechar la fama de Saul para revelar al mundo la próxima etapa de la evolución humana… (FILMAFFINITY)
Crimes of the Future
David Cronenberg | Canadá | 2022
Ricci, Valentina
“El cuerpo es realidad” porque ya no queda más nada. En un mundo donde la primacía se apuntala en elementos destructores de la identidad humana, la metamorfosis del ser encuentra cauce en un mundo tecnificado, se despliega y adapta a un entorno sintético. Como un vómito desenfrenado, la vorágine de un porvenir decadente es expresada a través de transformaciones en los cuerpos, cuerpos que ya no encuentran curso en la condición humana. Ya no pueden sentir dolor y la única posibilidad de estimulación parece provenir de lo más primitivo. En un universo distópico, mortecino, cuyos habitantes son fatigados por la incapacidad de experimentar lo que tiene para ofrecerles, el dolor grita, pero el placer quiere eternidad pura. Así profiere que la cirugía es el nuevo sexo, las experiencias libidinales sólo encuentran su realización al llevar al cuerpo a su extremo, en su incomodidad, en su transformación, en el placer retorcidamente erótico de mutilarse o hurgar entre los órganos intervenidos de alguien más, el placer y la ausencia de dolor están íntimamente ligados en la narrativa lo cual lleva a pensar hasta dónde se es capaz de llegar sin el dolor como esencialmente humano. Se consume en la búsqueda de cada vez más estímulos, de este modo la vida conjuga el deseo de la propia destrucción, demostrando que el impulso de vida y el impulso de muerte habitan simultáneamente en una relación fraternal. Se trata de la tentación de cruzar el umbral prohibido hacia lo no humano. La muerte de Dios ha forzado al hombre a convertirse él mismo en Dios. De esta forma, lo que se dispone en la actividad artística es una abertura al ser, una iluminación metafísica sobre el sentido del ser, el arte juega el papel de superación del sinsentido en un acontecer en el cual del ser ya no queda nada. Si bien el artista percibe el carácter terrible y enigmático de la existencia igual desea vivirlo, la expresión artística es esencialmente afirmativa, da muestra del poder de afirmación de la existencia. Así experimenta la vida con desmedida intensidad, estrechando los márgenes entre el placer y la muerte, pues ya no cuentan para él las recompensas del futuro, sólo le queda ejercer la voluntad de poder, poder sobre sí mismo, poder que está en la base de la creatividad, es así como toma hasta sus propios órganos como obras de arte extirpándolos en cirugías performáticas, desligándose de todo aquello que ya no le pertenece como ser humano. Es el cuerpo como arte vanguardista y como actor político. El artista logra figurar lo ominoso confrontándolo sin temor, se exhibe a sí mismo revelando cuál es la parte más profunda e íntima escondida en su interior, de este modo encuentra el camino de regreso de la fantasía a la realidad liberando así su necesidad pulsional, retorna por un instante a la propia naturaleza humana la cual logra perseverar en un mundo crecientemente deshumanizado. Es así como en un mundo cyborg, donde ya no hay frontera entre lo orgánico y la maquinaria, lo único necesario es un espejo.