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Volumen 13
Número Especial

Junio 2017
Publicación: Junio 2017
Retoños de Éros:
grafías y cinematografías
platónicas


Resumen

La seducción y persecución de la belleza operan de manera recurrente en el film Fresa y chocolate (1993). En el Banquete Éros es lo “intermedio-intermediario” (metaxý) que relaciona al sujeto deseante con su objeto de deseo a la manera de los vínculos “cazador-presa”, “seductor-seducido” y “amante-amado”. Un punto en común entre la película y nuestro diálogo platónico es que estos roles no son fijos, lo que permite que surja la verdadera transformación y el aprendizaje intelectual y vivencial entre los personajes. Asistimos, pues, a un proceso dinámico en el que el Éros del Banquete es para Diego, David y Nancy (los personajes principales) el mediador e iniciador de la búsqueda de aquello de lo que, de modo fundamental, carecen.

Palabras clave: Platón | Fresa y chocolate | Banquete | Amor

Abstract English version

[pp 29-31]

El juego de la seducción:

Éros en Fresa y chocolate
Edgar Ezequiel Detez García

Universidad de Buenos Aires

Recibido: 6/12/2016 – Aprobado: 1/2/2017

Un film, una novela, un ensayo, toda obra en general tienen ‒o deberían tener‒ algo en común: el amor como agente productor, cuyo resultado podemos contemplar. Y es que justamente el amor no solo se da entre personas: también podemos amar ideas, conceptos, procesos, objetos.

Hablaremos aquí acerca del amor, pero más precisamente de las relaciones humanas en las que el amor es su guía. Nos valdremos de la película Fresa y chocolate (Gutierrez Alea & Tabio, 1994) como caso concreto de análisis con el Banquete y rico yacimiento de conceptos a utilizar.

Asistimos al inicio de Fresa y chocolate a una situación de la vida cotidiana. Una pareja acude a un lugar de encuentros para tener sexo. No obstante, Vivian y David no llegan a concretar sus intenciones y se separan, pues Vivian únicamente busca “utilidad” en el amor, no el encuentro con el otro, así sea meramente sexual, sin un propósito ulterior. Por otra parte, David rechaza la oferta de Vivian, la cual consistía en entregarse solo al placer físico. Él entiende tal vez que el amor reducido a esas condiciones somáticas únicamente le traerá dolor, tal como manifiesta al expresar, después de presenciar el matrimonio de Vivian con otro hombre por mera conveniencia:

El sexo, todo el mundo se pasa la vida pensando en el sexo, como si fuera lo único importante. El sexo. Vivian igual, se hacía la muy romántica, la muy espiritual, pero en el fondo lo único que quería era sexo.

El desencuentro afectivo hace que la seducción se pierda y David, sin sospecharlo, se verá en un nuevo juego que lo sacará de lugar.

Diego, un artista homosexual, atraído por este joven, intenta seducirlo. Este juego de seducción se irá readecuando a las circunstancias, ya que David no es homosexual, por lo que los intentos de Diego de inducirlo a la intimid física fracasan uno tras otro.

Esto habilita un espacio en que la seducción ‒típica forma en la que la atracción física intenta avanzar‒ se va desarrollando de maneras más sutiles. Diego, al no poder concretar un encuentro sexual con David, acepta una relación de amistad, aunque en el fondo siga operando en él este deseo por el joven.

David a su vez empieza otro juego de seducción a fin investigar sobre las actividades de Diego a pedido de Miguel, ya que el artista es una persona políticamente incorrecta para el régimen comunista por sus preferencias culturales y sexuales. Pero para ello deja en claro desde un principio los límites a los que la relación entre ambos puede llegar: una amistad.

Este juego complejo de seducciones se va modificando a medida que nuestros personajes se dan a conocer. Hay, a medida que avanza la relación entre ambos, un incremento en la preocupación por el otro, y los deseos encubiertos de ambos ‒sexual en Diego; investigación en David‒ se van desdibujando, mientras que la amistad, que se había planteado como excusa en común para ellos, se va concretando.

El deseo de Diego no desaparece ‒al final de la película sigue diciendo que David es un joven apuesto‒, pero se sublima, al reconocer en su amado a una persona que, aunque de ideología y modo de vida diferente, puede aceptar y generar un vínculo humano, de verdadera amistad.

David, por su lado, en este trabajo de investigación, descubre la pasión de Diego por la cultura, por la vida y la libertad, comprende en cierta medida que Diego también es un revolucionario y eso lo seduce.

La relación entre ambos es similar a la de un maestro y un alumno, Diego ayuda a instruir a David, pero este proceso de crecimiento es mutuo, ambos aprenden a respetarse y vincularse a partir de la diferencia. La seducción entonces no se restringe a la conquista de un cuerpo bello, opera como un modo de transmisión vital.

Nancy, quien es la que vigila el edificio pero a su vez les enseña la manera de evitar ser vigilados, cumple un importante papel. Es la que vela por el cuidado de ambos. De carácter proteccionista y religioso, seduce a David iniciándolo en los asuntos amorosos, aparentemente solo desde el punto de vista estrictamente sexual. No obstante, el encuentro entre ambos va “más allá”, pues surge en David una nueva mirada sobre el mundo que lo circundaba y sobre el que tenía muchos prejuicios, mientras que Nancy se siente valorada y amada y con deseos de vivir, tras haber intentado en el pasado varias veces suicidarse.

Estos juegos de seducciones entre los personajes son la clave para hacerlos sentir esa carencia, ese deseo que los impulsa a buscar lo que no tienen y que les permite avanzar sacándolos de la inercia y la inacción. Asistimos a un proceso dinámico en el que Éros es mediador, pero a su vez iniciador, en tanto que los que son tomados por el deseo, se inician en una búsqueda de aquello de lo que carecen.

Vemos, pues, que gracias al desencuentro inicial, donde los amantes de la primera escena no satisfacen sus necesidades físicas, asistimos en la mayor parte de los personajes a una transformación de sujetos que se descubren a sí mismos a partir de otros. En tal sentido podemos recordar la siguiente cita del Banquete:

Así, pues, en razón de su fecundidad, se apega a los cuerpos bellos más que a los feos, y si se tropieza con un alma bella, noble y bien dotada por naturaleza, entonces muestra un gran interés por el conjunto; ante esta persona tiene al punto abundancia de razonamientos sobre la virtud, sobre cómo ser un hombre bueno y lo que debe practicar, e intenta educarlo. (209 b-c)

Al final de la película los papeles parecen invertirse: David, en tono humorístico, imita a Diego comiendo el helado que nos retrae a la escena inicial; Diego, a su vez, se muestra mucho más serio y maduro. Esta broma deja ver, en el fondo, que cada uno ha aprendido algo del otro, y de cierta forma, algo de sí mismo.

La obra finaliza con una puesta al sol y un abrazo final. El reencuentro futuro es incierto, pero algo perdura en ambos, esa semilla que cada uno dejó en el otro y que ahora llevan. Nadie puede saber qué frutos ni cuántos surgirán en cada uno. Pero la tarea de los distintos guías, en clave romántica, se vuelve imperecedera.

Referencias

Platón (2004). El banquete. Trad., introd. y notas de V. Juliá. Buenos Aires: Losada.

Fierro, M. A. (2006). "Platón y los privilegios de los amantes", en Nova Tellus, 24, 2, pp. 167-195.



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