A su estilo, Okja formula una crítica al tratamiento que le damos a los animales no humanos. Si bien coloca el acento en la industria cárnica, el cuestionamiento ético nos alcanza como sociedad porque somos consumidores de la carne, incluso del espectáculo que la rodea, mientras nos desentendemos de la capacidad de sentir. Hay, además, una invitación a repensar nuestras relaciones con los animales y así superar la indolente condena a la otredad.