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Volumen 13
Número Especial

Junio 2017
Publicación: Junio 2017
Retoños de Éros:
grafías y cinematografías
platónicas


Resumen

Mediante esta representación libre procuro conjugar el poder de Éros para producir un cambio radical en la existencia humana, tal como lo presenta Platón en el Banquete, y la influencia del poder del amor retratada en el largometraje Una giornata particolare (1977) de Ettore Scola. El encuentro casual y esperado a la vez de un grupo de hombres, quienes, bebiendo en un bar, exponen sus ideas sobre el amor, es el escenario en donde se realiza dicha conjugación.

Palabras clave: Platón | Una giornata particolare | Banquete | Amor

Abstract English version

[pp 39-41]

Una conversación atípica

Fabio Amadeo Pereyra

Universidad de Buenos Aires

Recibido: 6/12/2016 – Aprobado: 1/2/2017

Era un día gris y particular. Por el aire se deslizaba un sentimiento de alegría y entusiasmo. Al otro día, un gran acontecimiento iba a golpear las puertas de la ciudad. Todos tenían la sensación de que tenían que prepararse para ese momento, tal vez sin pensar demasiado en qué era lo que iba a ocurrir. Todos, igualmente, estaban hablando sin parar sobre el asunto. En los bares, en las casas, en los negocios, en los patios y lugares de encuentro la gente se reunía a expresar sus expectativas, que no eran más que las expectativas que la publicidad de la radio transmitía constantemente.

Un grupo de hombres, un soldado, un locutor de radio, un médico, un escritor, un músico, un cocinero y un joven muchacho se juntaron como lo hacían siempre en un pequeño bar en una perdida esquina de la ciudad. Todo indicaba que el tema de conversación tendría que girar en torno al acontecimiento. Pero, tal vez por el cansancio de una larga jornada de ocupaciones, al acercarse la noche, estando el cuerpo cansado y los temas del alma más cerca de las mesas de los bares, charlaron sobre algo muy distinto al encontrarse.

Fue así que el entusiasta joven anunció a sus entrañables amigos que había tomado la decisión de casarse. Y después de dar la noticia, recibir las felicitaciones de todos y tomarse unas cuantas copas se refirió sobre el amor en los siguientes términos.

Joven —El amor es lo más sublime que tiene el hombre. No hay nada que no motive a un hombre como el amor. Y si nos ponemos a pensar, es lo que siempre estuvo en el mundo, desde antiguo. Imagínense que existe desde antes que el perro (todos rieron). Si mi amada me descubriera haciendo algo indebido, me moriría al instante. Y me sentiría así por el amor que tengo por ella, que si fuera otro no me molestaría mucho.

Cocinero —¡Oh! ¡Joven apresurado! ¡No piensas bien, y dices cada cosa! ¿Acaso tú no piensas en qué dirían tus padres, tus hermanos, tus amigos? La verdad es que el amor es muy grande, tanto que te podría decir que hay dos. ¡Sí! ¡Dos tipos de amor! Está este amor que tú tienes ahora, que te empuja a hacer esta locura de casarte (se escucharon muchas risas). Sin embargo, y te lo digo yo que tengo más canas que vos, hay otro amor que te empuja a hacer las bajezas más tremendas que hayas imaginado hacer. Te lo aseguro por experiencia. ¡Ojalá que nunca te topes con una mujer sensual que te haga olvidar que estás casado! (Nuevamente las risas estallaron en la mesa)

En ese momento iba a hablar el escritor pero un terrible hipo se apoderó de él y con las manos hizo la señal de que pasaba y renunciaba a hablar en ese momento. Intervino entonces otro de los parroquianos presentes.

El médico —Cálmate muchacho. Intenta aguantar la respiración que eso te va ayudar. Bambino, -dijo mirando al joven- te voy a decir algo, yo que tengo 20 años de casado. El amor es ese bienestar que sentís cuando tu vida está organizada, en armonía. Cuando todo está desorganizado con tu señora, no hay más amor. Es como cuando atiendo a mis pacientes. Hay algunos que están enfermos de una gripe, es curable y solo necesita cuidado y atención. Pero hay otros que están enfermos de una enfermedad terminal, y ahí no hay solución. En la pareja pasa lo mismo. Tienes que tratar de que siempre sea un resfrío y no una enfermedad terminal.

El escritor —¡Eh! ¡No lo asustes al bambino! Que solamente se va a casar y no es el fin del mundo. Querido amigo, aún soltero, que pronto vas entrar por la puerta de la eterna felicidad de los hogares tibios y acogedores. Encontrar a una mujer para casarse es como encontrar la mitad de tu corazón, tu complemento, tu media naranja. El hombre no debe estar solo, no se completa como hombre hasta que no esté unido a su complemento. La felicidad está ahí, en la tierna vida con una mujer que sepa sonreírnos cuando nosotros molemos el café para preparar el rico aroma de lo compartido.

Entonces el músico interrumpió en ese instante y dijo.

Músico —Pero aquí lo que importa es el amor, y no solo el de una mujer, sino también el amor a la madre y al padre, a la patria. Pues, el amor nos conduce al honor de comportarnos de la manera que corresponde ante nuestros padres y ante nuestra bandera. Somos justos y buenos porque amamos nuestro suelo.

En ese momento el locutor de radio con rostro taciturno y reflexivo se animó a hablar.

El locutor —Hace poco conocí a una mujer, una mujer casada, con hijos y mucha experiencia; tanta experiencia como una vida dura puede dar. Entró a mi casa un día para intentar apresar a un pájaro que se le había escapado, y yo no fui el mismo desde ese día. Era como si ella me hubiera atrapado a mí y no al ave. Después de su visita, quise volverla a ver. Quise encontrarme nuevamente con sus ojos de cristal que eran muy hermosos, pero profundamente tristes al mismo tiempo. Cuando fui a su casa y ella me empezó a hablar, me sentí como un alumno que estaba escuchando la lección más importante de mi vida. Todo me hablaba en ese departamento. Las fotos, los cuadros, la cantidad de vasos y tazas que poblaban la mesada. Aprendí desde que entré en ese universo de cosas cotidianas que esa mujer amaba a sus hijos, a su marido, aunque odiaba su vida. ¿Qué clase de amor era ese? Dónde estaba la felicidad en una vida apabullada de tareas y horarios, donde ella era la primera en despertarse y la que se quedaba en casa. Pero, de repente, algo sucedió en lo profundo de sus ojos claros. Aún en la mísera vida que llevaba esa mujer amaba. Me miró con una mirada tierna y elevada. Comprendí entonces que hay un amor más sublime que el de los cuerpos. Hay un amor que está más allá de todo, pero que cuesta tanto alcanzarlo.

En ese mismo instante el Soldado interrumpió con algo que dijo entre dientes.

Soldado —Este no es hombre: no es soldado, ni marido, ni padre.



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