Caer y callar
Te vas a caer
Y el niño se cayó
te dije que te ibas a caer
sí, papá, te hice caso
Y el padre se calló
(Jorge Libster, inédito)
Un palíndromo (del griego palin dromein, volver hacia atrás, retrotraer), es una palabra o frase que se lee igual de adelante para atrás y de atrás para adelante. Entre los ejemplos más difundidos se encuentran “Amor a Roma”, “La ruta natural”, “Se van sus naves”.
Naturalmente, cuando más extensas son las frases, más se resiente su significado, aunque hay algunos prodigios que desafían el principio, como lo muestra esta ingeniosa construcción de Ricardo Ochoa: “Adivina ya te opina, ya ni miles origina, ya ni cetro me domina, ya ni monarcas, a repaso ni mulato carreta, acaso nicotina, ya ni cita vecino, anima cocina, pedazo gallina, cedazo terso nos retoza de canilla goza, de pánico camina, ónice vaticina, ya ni tocino saca, a terracota luminosa pera, sacra nómina y ánimo de mortecina, ya ni giros elimina, ya ni poeta, ya ni vida.”
Capítulo aparte merecen los palíndromos que, además de su ingenio y belleza, invitan al pensamiento. En ese segmento literario se inscribe la obra de Jorge Libster, que a las virtudes mencionadas suma su fino humor, ejercitado en una trayectoria multifacética como hombre de radio, cineasta, autor de stand up, poeta y titiritero. Vocación que confiesa en estos términos: "llevo unos cuantos años dando vueltas y alterando conceptos, definiciones y dichos populares. Creo que es una forma de rebelión, de dar otra lectura a lo repetido..."
Asirnos a la sonrisa, inteligentemente ilustrado por Julián Bernatene y Víctor Solís, es un libro difícilmente clasificable. Navega entre la lírica, la filosofía, el humor gráfico y sobre todo el pensamiento analítico. Es sobre este último rasgo que nos interesa centrar nuestra breve reseña.
En sus Escritos, Jacques Lacan ofrece un consejo a jóvenes analistas: “haga palabras cruzadas”. Con Jorge Libster podríamos agregar: construya palíndromos, idee frases ingeniosas, déjese tomar por la música de las palabras y teja con ellas nudos y trenzas [1]. Porque de su caprichoso encadenamiento está pleno el inconsciente, organizado como un lenguaje…
El propio Lacan ideó a lo largo de su enseñanza una profusión de neologismos, que según los especialistas llega a 1409 [2]. Apenas un ejemplo: Lacan está pergeñando sus “fórmulas de la sexuación”, sintetizadas en el axioma “no hay relación sexual”. Echa mano para ello de una comedia de Molière que narra las vicisitudes de un hombre que intenta conquistar a una dama, sin nunca lograrlo. A pesar de la ayuda que recibe de su valet, los sucesivos intentos fracasan debido a su torpeza, que a veces lo lleva a demorar en exceso su conquista y otras a excederse en ella, sin nunca poder aparearse con la dama. La comedia de Molière lleva por título L´Etourdi (El Atolondrado), pero como Lacan sostiene que el equívoco está en el lenguaje, inventa el neologismo "L´Etourdit", que al agregar una “t” final, introduce la partícula “dit” (dicho), deviniendo en el hallazgo “atolondradicho”…
También en clave de comedia, el propio Libster refirió alguna vez su experiencia con un analista lacaniano que decía trabajar con “tiempo escandido”… hasta que advirtió que las escansiones impuestas por el analista coincidían siempre con el timbre del siguiente paciente. Prefirió no continuar con ese análisis, pero dejó como resto esta sentencia: no escansión, es verso.
O en la ocurrente conjugación apócrifa: "I ask you / You ask me / Nos askeamos"; o en el desopilante diálogo: "I can dijo el amo. I man contestó el perro". O en las máximas sanitarias "redundancia: tener un psicólogo de cabecera", "voy tanto al hospital, que cuando falto piensan que estoy enfermo", "cada 2x3 tengo problemas de cálculos", o "soy heterosexual pasivo"...
Así se suceden los palíndromos más ingeniosos "¿leo yo hoy o el?", "vt ale de la tv", "el bis irrisible", "yo soy yo hoy yo soy"... que coronan con el (falso) consuelo: "No tengo errores de ortografía. Tampoco aciertos: no escribo".
Para quienes sí escriben, con su letra y con su escucha el decir padeciente de un sujeto, para quienes saben encontrar en la risa una dimensión de la verdad, la obra de Jorge Libster resulta sencillamente imprescindible.