Wiñaypacha (Eternidad) alude a la vida y muerte de una cultura que sobrevive, como Willka (Sol) y Phaxsi (Luna), una pareja de ancianos que se funden con la naturaleza e inmensidad de los andes. Lugares donde la existencia humana resalta sus ambivalencias, dando fundamento a los conceptos de dualidad, complementariedad y reciprocidad, principios ordenadores del cosmos Aymara.
Allí en la soledad cordillerana, el abandono de su único hijo y la esperanza de su regreso, se convierten en un recuerdo hiriente y constante que aparece en cada acción; como el fuego y la convicción, imprescindibles, en esta poesía cinematográfica andina.