“A todo lo largo de la vida amorosa las figuras surgen en la cabeza del sujeto amoroso sin ningún orden, puesto que dependen en cada caso de un azar (interior o exterior). En cada uno de estos incidentes (lo que le «cae» encima), el enamorado extrae de la reserva (¿el tesoro?) de figuras, según las necesidades, las exhortaciones o los placeres de su imaginario”.
Roland Barthes, 1977
“De la percepción de la ciencia te atraigo a mí
en la conciencia del amor
ley inmutable, macerada
Leudada, sedimentada, burbujeante”.
Poema Serendipia, de Rosalía Arteaga Serrano‐
Introducción
En 2018 publiqué un comentario sobre el episodio Hang the DJ de la serie Black Mirror (Ormart, 2018). Se trata de una ficción futurista dedicada al “emparejamiento” informático entre seres humanos; la serie The One (2020), retoma el tema, ofreciendo una versión amplificada de aquel episodio, al que agrega el componente biotecnológico.
¿Qué certezas nos entrega el saber de la ciencia? O mejor aún, ¿qué sentido tienen para los sujetos parlantes, estas certezas biotecnológicas?
The One, es una serie de Netflix que propone pensar como posible, encontrar en una base de datos genética “la media naranja”, de modo que los usuarios, en lugar de aplicaciones como el Tinder, pasen a la certeza de los genes.
De la completud al deseo
Quizás esta serie no ofrece más que una falsa respuesta a una auténtica pregunta: ¿qué es el amor? ¿qué soy yo para el Otro? Pregunta que se remonta al propio origen. Al advenimiento subjetivo a este mundo habitado por Otros que me traen, sin haberlo pedido. Y al origen mismo de la humanidad como especie parlante. Pero la verdad del origen no es una certeza, sino que siempre es medio-dicha, enigmática, de tonos grises, matizados, difusos. Colocar un mito en el origen es ya una forma de aceptar la ausencia de certezas, es ya ubicar un vacío real semicubierto por una construcción simbólica. Y esta es la línea en la que leemos el mito de los seres circulares.
Sobre el origen de los seres humanos, nos habla Platón en su bello y siempre vigente Banquete. El Banquete es un diálogo escrito por Platón entre los años 385–370 a. C., que versa sobre el amor (Eros). Esta obra, junto al Fedro conforman la idea del amor platónico. En el Banquete encontramos siete discursos acerca del amor, el cuarto de los cuales es el más conocido.
Platón en boca de Aristófanes nos cuenta sobre un mítico conjunto de formas circulares, de tres tipos: dos hombres, dos mujeres y un hombre y una mujer (andróginos) que pueblan la faz de la tierra gozando de la completa felicidad. Relata Platón:
"Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción". PLATÓN, Banquete 190a-190b.
Ante la dicha perfecta de gozar de un estado de completud, los dioses se ponen celosos, temen que las aspiraciones humanas terminen por reemplazarlos. La dicha de los otros se convierte en amenaza propia. Júpiter decide entonces dividirlos, separarlos a fin de debilitarlos.
"Hecha esta división, cada mitad hacía esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con ardor tal que, abrazadas, perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra". PLATÓN, Banquete 191b.
Volver al estado de fusión conlleva la muerte del deseo, no hay necesidad de buscar más, puedo morir feliz. Al tiempo que la separación incrementa el deseo de encontrar la otra mitad y produce paralelamente, un estado permanente de nostalgia de lo perdido. El anhelo de volver a ese sentimiento oceánico –descripto por Freud (1929)– como estado de fusión y satisfacción absoluta. Roland Barthes, hace suyas las palabras de Duparc y describe este momento de fusión: “En este incesto prorrogado, todo está entonces suspendido: el tiempo, la ley, la prohibición; nada se agota, nada se quiere: todos los deseos son abolidos, porque parecen definitivamente colmados. Duparc” (1982, pág. 15).
La filósofa Alicia Esteban Santos señala la presencia de ciertos elementos comunes en los mitos sobre el origen de la humanidad:
“En el discurso de Aristófanes en el Banquete hay puntos en común con otros mitos sobre el origen del hombre: se produce un proceso de degeneración de la especie humana, que parte de un estado de superioridad, prosperidad, felicidad, para caer en otro de debilitamiento e infelicidad. Así aparece claramente en Hesíodo en especial: en el mito de las Edades o Razas (Trabajos y Días 109-201) y en el de Prometeo y Pandora (en Trabajos y Días 42-105 y en Teogonía 535-616). En estos mitos la pérdida del status dichoso se produce como castigo por parte de los dioses. Y el delito que acarrea tal castigo puede consistir en la desobediencia, o la impiedad y descuido de las honras debidas a los dioses; pero, lo más a menudo, suele ser la soberbia.” (Esteban Santos, 2010, pp. 120).
El relato de la Biblia comparte estos elementos. Un estado de dicha en el Edén, un castigo por la soberbia humana que lo condena a una caída que comporta dolor y muerte. Un elemento diferencial del relato católico lo constituye el rol de la mujer que es la causa del castigo del hombre y la lógica heteronormativa. (Ormart, 2020a). En el relato Platónico, la fusión puede darse en parejas homo o heterosexuales, cuestión presente también en la selección genética propuesta por The One.
Un encuentro buscado
En The One se escenifica el estado de dicha, con el encuentro del alma gemela. La protagonista Rebecca Webb (Hannah Ware) vive la fusión con su amor genético en un paradisíaco paisaje. Vive con él la más completa dicha, la complementación perfecta. Pero su amor idílico tiene que verse interrumpido. Nunca más podrá volver a verlo. Deja el Edén del amor y se sumerge en la desdicha de una vida llena de éxitos y riquezas, pero sumida en la más profunda soledad. Este estado de desolación, podemos conjeturar que, la ha convertido en una mujer fría, mezquina y manipuladora. Podríamos sostener en un hipotético pluscuamperfecto: si ella hubiera podido vivir plenamente su amor, estaría en ese estado de dicha asintótico propio de los seres circulares, pero… Todo nos lleva a ubicar en el origen del descubrimiento una imposibilidad tortuosa. Como si efectivamente descubrir la fuente de la felicidad conllevara la desdicha de no poder acceder nunca a ella – ejecución del castigo divino. Digamos que se trata de una falla necesaria en el origen, en el elemento que queda excluido para formar la clase [1]. Con su excepción Rebecca funda el universo del amor platónico, da vida a lo que no se creía posible, desafía la división de los dioses y disputa su lugar. Con su excepción funda el mundo feliz de los millones de almas gemelas que se encuentran a vivir la dicha. En ese mundo calculable, no hay lugar para el azar, no hay espacio para lo inesperado.
El encuentro con la fortuna, la suerte es inesperado y contingente. Se trata de algo que puede ser la causa, pero se encuentra por accidente. Lo que se suele llamar Serendipia. El termino Serendipia [2], tradicionalmente atribuido a Walpole, ha sido redimensionado en un estudio reciente (Silver, 2015) a un pasado ligado a Francis Bacón y el método de investigación inductiva en la ciencia.
Serendipia es una palabra que anuda el descubrimiento científico y el encuentro con el verdadero amor. (Ormart, 2020 b, pág. 218-219). “Lo necesario, lo determinado, lo causal transcurre en una lógica de la continuidad, hacer serendipia es introducir la discontinuidad y con ello la intermitencia subjetiva. Es salirse del cálculo prefijado y alojar lo incierto.”
Por ello los invito a encontrar la serendipia en The One. Ubicar allí lo que no cierra e insiste, lo inesperado que se reencuentra, lo que resiste a encajar en la lógica amorosa biomédica.
Una vez que la empresa biomédica encuentra tu media naranja y te revela ese dato, ¿podría haber lugar para la infidelidad? Los amantes ¿son libres para elegirse o están determinados por la química de sus cuerpos? Embrionariamente, la serie deja planteado este conflicto en las historias paralelas de Hannah y Mark. Ellos se conocieron por azar y se amaron antes del emparejamiento genético. Pero Hannah no podía vivir con la duda de saber si Mark era realmente el amor destinado a ella. Y decidió robar una muestra del cuerpo de Mark para indagar quien era su pareja genética. Y cuando supo que ella no era, se vio impulsada a querer conocer a su rival y entender qué era lo que ella tenía que la hacía tan especial para Mark.
Pero ocurre que buscar las garantías del amor eterno, es lo que produce su destrucción. Hannah en lugar de posicionarse en el lugar de mujer que ama a Mark, decide escamotear su responsabilidad, buscando garantías allí donde no las hay. Y con el robo de la identidad genética de Mark logró aquello de lo que todo neurótico se complace en quejarse: conseguir que tanto el acto como el goce sean del Otro, permaneciendo de este modo su deseo propio ignorado, escamoteado y no reconocido. La búsqueda de la certeza desencadenó la tragedia, Mark conoció a su alma gemela, por intermedio de Hannah y no pudo resistir la tentación. Fue la acción de Hannah de buscar, localizar y construir una amistad con la pareja genética de Mark lo que provocó el encuentro de Mark con ella. Podríamos volver al campo de la suposición y sostener que si Hannah no hubiera buscado al alma gemela de Mark éste nunca la habría encontrado. Sin embargo, Mark la conoce y sucumbe al destino, pero momentáneamente. Finalmente, luego de dar rienda a su lujuria en un encuentro ocasional, Mark decide hacerse responsable de su deseo por Hannah y volver a vivir con ella.
La serendipia, otro nombre del sujeto
La posibilidad de infidelidad al destino genético, introduce la versión de serendipia propuesta por Francois Ansermet como “ese proceso de descubrimiento de aquello que ignorábamos pero que surge ante nuestros ojos de manera inesperada y contingente” (Ansermet, 2019). Se trata del encuentro azaroso con aquello que causó nuestra búsqueda. El encuentro entre Hannah y Mark fue azaroso, no fue necesaria la máquina de calcular la dicha. Querer encontrar la seguridad sin riesgo es la mejor forma de matar el deseo.
La psicoanalista Romina Galiussi, recurre a la física de Aristóteles para plantear esta cuestión:
“A modo de ejemplo, Aristóteles menciona el caso de aquel acreedor que concurre a un sitio fortuitamente y cobra una deuda pendiente debido a que, casualmente, encuentra a su deudor allí, quien, a su vez, había recibido una suma de dinero. Así, el hecho de asistir y cobrar la deuda no constituye la causa final inmanente, en tanto se afirma que la ha cobrado por casualidad, y la misma no hubiese tenido lugar si la concurrencia hubiera sido deliberada a tales fines (cf. ARISTÓTELES Física, 197a). La fortuna entonces constituye un encuentro inesperado y contingente, una causa por accidente”. (Galussi, 2015, pág 4).
El encuentro afortunado, lo que antes llamamos serendipia plantea la cuestión de la naturaleza del amor platónico en el punto en el que se tensiona el destino con la necesidad. ¿La felicidad al lado del verdadero amor es algo destinado a ocurrirnos? Como dice Ansermet (2019) “La cuestión es ser consciente de ese descubrimiento, de captarlo y de arriesgarse a valernos de él con sagacidad”. La decisión de Marc de aceptar la serendipia en su encuentro con Hannah es lo que permitiría pensar en un camino no calculado hacia el verdadero amor.
Galiussi sostiene que:
“Un ejemplo de ello lo constituye el hecho de alcanzar la felicidad, la cual comporta una actividad práctica llevada a cabo con éxito. De esta manera, dicha definición atañe al estatuto del azar en los asuntos humanos, es decir, a la causalidad intencional en donde el encuentro de dos series provoca algo del orden de lo inesperado o excepcional cuya causa es atribuible, por lo tanto, a la suerte o la fortuna. A diferencia de ello, el azar se define por su ausencia de finalidad, designando aquello condicionado causalmente en general, esto es, a lo que sucede accidentalmente sin finalidad, sin miras al resultado y que alcanza ahora sí a aquellos seres inanimados o sin capacidad de elección, razón e intención final.” (pág. 5).
Se abre aquí otra cuestión central para la filosofía, la diferencia entre las leyes de la física que rigen para el mundo inanimado y la necesidad de pensar el libre albedrío propio de los seres humanos. Esta diferencia, ya presente en Aristóteles, será objeto de la división central establecida por Kant entre la Crítica de la razón Pura y la Crítica de la razón práctica. A los fines del presente escrito, nos circunscribimos al plano del amor entre sujetos deseantes y los avatares que transitan los neuróticos para no encontrarse con su deseo. Sinsabores que la industria biotecnológica identifica para ofrecer esos gadgets a medida, que encierran la poción de la felicidad junto al ser destinado.
Reflexiones finales
El psicoanálisis va por la vía de plantear que lo que no sabemos, nos determina más que lo que sabemos. Hannah, en la dirección opuesta, cree que saber le dará la certeza para aquello que no la tiene, su lugar en el deseo del Otro. Colocar del lado de la necesidad, lo que es de la estofa del sujeto, es otra estrategia neurótica del no querer saber. Lacan nos advertía de los objetos “gadgets” [3] creados para generar una ilusa felicidad en el consumo a las masas. En este siglo XXI asistimos a un cambio: la industria biotecnológica se ha ido especializando en brindar, lo que antes sólo parecía terreno del psicoanálisis, el uno por uno. Un rasgo de la medicina moderna era apoyarse en la inducción, para pasar del estudio de casos singulares al universo taxonómico. La medicina genómica, ha abandonado ese método de generalización, proponiendo el estudio del caso por caso y la oferta médica hecha a medida de cada genoma.
Esta serie televisiva nos sensibiliza respecto de la estrategia de escamoteo de la responsabilidad, que transforma las incomodidades de la vida en demandas médicas. Buscar una solución biomédica que extirpe la angustia existencial, las dificultades para estar con el otro, las pequeñas miserias cotidianas. Buscar certezas, buscar atajos, cuando los caminos del amor no tienen garantías. Y ofrecer la solución en formato singular, es tal vez, un avance de este último siglo. La medicina genómica avanza en el estudio del genoma de cada uno y en ofrecer las respuestas a tus necesidades únicas y singulares como tu genoma. El Uno por Uno es ahora la promesa genómica que se cierne sobre nuestras angustias existenciales como un bálsamo que promete el alivio. Pero el sujeto, en la figura de la serendipia, se filtra en esas grietas que el destino no logra taponar.
Referencias
Ansermet, F. (2019) El acto del artista. Aesthethika, 15 (1). https://www.aesthethika.org/El-acto-del-artista
Barthes, R. (1982), Fragmentos de un discurso amoroso, México, Siglo XXI. En línea: https://desarmandolacultura.files.wordpress.com/2018/04/barthes-roland-fragmentos-de-un-discurso-amoroso.pdf
Freud, S. (1929 [1995]), “El malestar en la cultura” en Obras Completas Tomo XXI. Buenos Aires: Amorrortu.
Galiussi, Romina (2016). Amor y castración en El banquete de Platón. XXIII Jornadas de Investigación Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. En línea:
Hassan, S. (1998) Los gadgets. Revista de Psicoanálisis y Cultura Número 7 - Julio 1998. En línea: https://www.acheronta.org/acheronta7/gadgets.html
Ormart, E (2018) No hay DJ del DJ. En Aesthethika, Número Especial
Setiembre2018. Black Mirror. A través del espejo negro. En línea: https://www.aesthethika.org/Hang-the-DJ-622
Ormart, E (2020a) Tensiones entre lo femenino y la maternidad en torno a las técnicas de reproducción asistida. Premio Facultad de Psicología. UBA. En línea: http://www.psi.uba.ar/institucional/premio/2020/trabajos/omart.pdf
Ormart, E (2020b) Epílogo: ¿Qué posición frente al vértigo tecnológico? En Ormart, E & Wagner, A (2020) Abordajes psicológicos en reproducción medicamente asistida. San Luis: NEU. En línea: http://www.neu.unsl.edu.ar/wp-content/uploads/2020/09/Abordajes-Psicolo%CC%81gicos.pdf
Platón. El Banquete. En línea: http://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf05285.pdf
Esteban Santos, A. (2010). El Banquete de Platón: Eros y la composición del discurso de Aristófanes. Cuadernos De Filología Clásica. Estudios Griegos E Indoeuropeos, 20, 115 - 138. Recuperado a partir de https://revistas.ucm.es/index.php/CFCG/article/view/CFCG1010110115A
Sean, S (2015) The Prehistory of Serendipity, Isis, volume 106, number 2. 2015 by The History of Science Society. En linea: https://www.journals.uchicago.edu/toc/isis/2015/106/2