El cuadernillo nº 9 de “Ética” publicó un artículo de O. Craemer sobre “La gratitud de la niñez”. Este artículo señala dos características que definen a la juventud actual. Una de las características trata sobre “la ausencia de historia” [Geschichtslosigkeit] y la otra, “la aptitud técnica y el talento”. Respecto a esta última característica se han extraído algunos de los siguientes pensamientos a través de un ejemplo típico: la fotografía.
El niño de hoy, ¿es realmente técnicamente maduro? Muchos en edad escolar básica sí, pero no todos los niños en edad escolar obligatoria tienen una cámara fotográfica y toman fotos con gran eficacia. Sin embargo no se trata más que “enfocar” y “disparar” mediante una presión del dedo y luego girar la película. Sólo se trata de pequeñas aptitudes técnicas, si bien son escasas. Pero ¿qué ocurre con la comprensión? Muy pocos niños saben qué características técnicas, beneficios y ventajas tiene su cámara fotográfica. Y más aún, sólo una pequeña cantidad conoce las leyes físicas y químicas de la naturaleza en las cuales se basa la técnica de la fotografía. Ellos no saben cuál es la razón por la cual se utilizan las lentes. No saben nada de refracción de los diferentes haces de luces de colores y su falta de eficacia debido a una apropiada combinación de lentes o por el uso simultáneo de diferentes tipos de vidrio. Las expresiones "luminosidad", "distancia focal" y "foco" no les dicen nada. Del mismo modo que las características ópticas, les son también desconocidos los fundamentos mecánicos del aparato y en particular la obturación. Ellos tampoco saben cómo se trata químicamente el negativo y el positivo y cómo se valoran cuando están procesados. Ellos no conocen las propiedades del bromuro de plata ni del cloruro de plata en relación a la luz de diferentes colores, ni tampoco la acción de reducción del revelador, ni el efecto del hiposulfito sódico, ni de otras cosas más. Lo más significativo de todo esto es que el niño no considera a estas cosas como maravillosas. “Solamente se sorprende cuando algo no funciona de manera inmediata” (O. Craemer). Entonces se considera que ellos no tienen por qué saber todo, se trata de una carga innecesaria. Es suficiente que el vendedor de la casa de fotografía lo sepa. Lo acepto. Sin embargo, en virtud de esta carencia de conocimientos tecnológicos y científicos no se puede decir que los jóvenes de hoy cuentan con mayor aptitud técnica y talento que los jóvenes de la generación anterior.
¿Cuál es entonces la diferencia? Los jóvenes se valen de los beneficios de un dispositivo sin tener conocimientos específicos de sus características técnicas y científicas. Hoy el verdadero Arte Técnico está más que nunca en manos de los adultos, especialmente de los especialistas quienes mediante sus dispositivos, eventualmente también mediante su asistencia o sus instrucciones, se hacen cargo de todas las cosas, resolviendo todas las dificultades, de forma tal que se puede llegar al objetivo sin ser especialmente hábil. Uno se acuerda de la cita del Fausto: "no encuentro rastro alguno de un fantasma. Todo lo que hace es fruto de su adiestramiento".
A un determinado nivel, algunos animales están relacionados con la tecnología (yo resalto que una comparación con animales de ningún modo significa un menosprecio del ser humano). Siempre he observado en el mercado anual a los pobres monos, que además de hacer muchas piruetas, debían portar un pequeño rifle con el cual apuntaban y disparaban, de forma muy similar a la que un niño apunta y dispara con su cámara. Como otro ejemplo, se puede mencionar a los elefantes inteligentes, a los cuales uno les da una moneda y ellos entonces la introducen en una máquina automática, tiran de una palanca y obtienen golosinas.
Cuando uno se da cuenta de todo esto, uno toma conciencia que la mayor amenaza para los jóvenes es la gran superficialidad respecto de los objetos tecnológicos y creo que podemos también decir que este peligro no desaparecerá. Con esto está normalmente relacionado una exagerada confianza en sí mismo: "se sienten maduros antes de tiempo, lo saben todo, desairando todos los puntos de vista anticuados de sus padres " (O. Craemer), porque justamente “cuando no se entiende nada, se abre la boca más fácilmente". Y sin embargo ellos les deben agradecer a los adultos todo conocimiento técnico, además de todo.
¿Significa esta circunstancia un cambio radical? Si así fuera, entonces no sería un cambio positivo. Pero en realidad no es un cambio radical. A menudo se debe a los padres que han aprendido de los libros o trabajan en una oficina. Ellos se han olvidado que ellos mismos alguna vez jugaron con objetos tecnológicos: con armas y cañones, con sistemas de montaje, con máquinas de vapor a escala, con trenes, con juguetes mecánicos y todo lo que hubiese a su alcance, y que ellos conocían esos objetos tecnológicos quizás más que los objetos tecnológicos actuales al alcance de los jóvenes. Como resultado de su profesión, estos padres no se han podido adaptar a los objetos tecnológicos de la nueva era y al desarrollo de juguetes tecnológicos. Esto explica la frecuencia de sobrestimar las capacidades técnicas de sus hijos.
La situación es diferente principalmente entre los artesanos y los obreros, como he podido observar personalmente: el conocimiento técnico (y la posibilidad de aplicarlo en la práctica) es mayor en estos adultos que en los niños, y por lo tanto también es mejor valorado, no como simples travesuras infantiles.
La conclusión surge por sí misma: los jóvenes de hoy en día no son, en mi opinión, más adelantados en su relación con la técnica que los jóvenes de otros tiempos según las respectivas circunstancias y condiciones. Y cuando en casos aislados esto no fuera así, es porque el adulto de hoy les brinda a los niños una gran posibilidad de jugar con objetos tecnológicos y con ello al mismo tiempo la posibilidad de interesarse por los aspectos tecnológicos del entorno.
Por supuesto que esto no es solamente válido para la fotografía de los niños, sino también para otros juegos tecnológicos como por ejemplo la bicicleta y sus sustitutos: los patines, la radio, el avión a escala, los elementos externos del funcionamiento del automóvil y todo lo que sea moda. ¿Y dónde se encuentra la “moral” en estas consideraciones? Dicho en pocas palabras: una transmutación de la relación entre el niño y el adulto, debido a una supuesta educación técnica superior autoadquirida del niño, me parece desatinado, al igual que las medidas educativas (o la omisión de los mismas) si se basan en esta actitud equivocada.