ISSN 1553-5053Sitio actualizado en   octubre de 2024 Visitas:

Volumen 12
Número Especial

Noviembre 2016
Publicación: Noviembre 2016
La ética en la escuela según Los Simpson


Resumen

¿Una misma enseñanza para varones y mujeres? La discriminación-segregación en relación al sexo en el proceso de enseñanza es ilustrada a través del episodio "Las chicas sólo quieren sumar". Los conflictos se despliegan alrededor de la siguiente pregunta: ¿Existe una matemática para varones y otra para mujeres o son los valores sociales los que instalan esa pretendida diferencia? La rebelión de Lisa ante la propuesta educativa de una escuela para varones y otra para mujeres rompe la opción binaria y ofrece una respuesta que hace excepción y funda un nuevo orden en el desorden de lo viejo.

Palabras clave:

Abstract English version

[pp. 67-73]

El sexismo en la escuela

Carolina Pesino

Este capítulo aborda la problemática de género en las escuelas y su estrecha relación con lo singular y social.

El concepto de género respecto de la diferencia de sexos es una construcción cultural, social e histórica en donde los seres humanos son introducidos a través del lenguaje y de la educación impartida por las figuras parentales, en un sistema que determina su ser femenino o masculino.

Sabido es que la educación no empieza con la escolarización ni que las relaciones sociales comienzan a darse en ese ámbito. Mucho antes, desde el nacimiento, el niño se introduce en el mundo de la cultura a través de las relaciones e identificaciones con sus progenitores, entre otras.

Esta temática de género no afecta únicamente al mundo infantil sino también al adulto.

El cerebro femenino

En el episodio Las chicas solo quieren sumar nos resulta de utilidad para realizar un análisis respecto de los roles y funciones femenino/masculino y la extensión de esos valores en el ámbito escolar.

La escuela constituye una importante fuente de refuerzos para las nociones adquiridas en el hogar en edad pre-escolar. La interiorización de estereotipos de género, el refuerzo a normas de conducta y la formación de actitudes hacia otros géneros se inicia en el hogar por la influencia del contexto familiar y se continúa en la escuela, donde se fortalecerán aquellas conductas socialmente convenidas que reflejan la cultura predominante.

Las matemáticas, como veremos en este apartado, son un desencadenante exquisito para introducirnos en esta cuestión y en las problemáticas de la singularidad, las identificaciones, los roles y el poder.

Todo comienza con la presentación de tres espectáculos teatrales en la ciudad de Springfield referidos al dinero, la individualidad y la violencia. Temas destacados y prevalentes de nuestra sociedad.

La familia Simpson concurre al teatro a ver un musical de Tomy & Daly, personajes de animación. El argumento es la recreación de El Rey León, en donde el arte, la música y la creatividad se mezclan con la muerte y la violencia. En la función, los únicos espectadores niños son Bart y Lisa, el resto son adultos.

La directora del espectáculo, elogiada por su talento artístico, es una mujer graduada en la primaria del colegio de Springfield que confiesa haber tenido malas notas en matemáticas cuando era estudiante.

“Es lógico, eres mujer”, comenta el director del colegio frente a los espectadores, y agrega: -“los niños son mejores en matemáticas, ciencias y materias de verdad”, y a continuación: “pero es linda” como valor relevante y primordial de su condición femenina.

Ante la reacción adversa que provocaron estas declaraciones, el director Skinner trata de enmendar lo dicho, pero termina mostrando más aún su confusión respecto de poseer algún saber sobre lo que significa ser varón o mujer.

La respuesta femenina no se hace esperar y frente a la segregación establecida lo incriminan abiertamente: “usted es peor que Hitler”.

Claro está, esta confusión del mundo adulto, se traslada a los niños.

El episodio desencadenado en el escenario teatral da pie para situar otros escenarios que se desarrollan paralelamente en este capítulo.

La segregación por género

El tema de la segregación por género impregna el escenario familiar de los Simpson, en donde Homero, al igual que Skinner, deja expuesta su confusión respecto de los roles y funciones, y por más que trata de enmendar la situación, sólo logra empeorarla ante su mujer.

El desorden conceptual respecto de lo que es ser varón y mujer le vale el puesto a Skinner como director quedándose fuera de su cargo, al igual que Homero, que en la escena familiar es expulsado de la intimidad conyugal por no haber podido dar cuenta de su posición masculina respecto de Marge.

Skinner, entonces, muestra su confusión, no puede resolver el problema de la diferencia de sexos, no lo tiene claro, no sabe, es por eso que es desterrado a ser auxiliar de jardinería, puesto que tampoco puede ocupar con la eficiencia debida.

Homero queda afuera de la intimidad conyugal, y sin entender por qué, afuera también de la casa, en la cucha del perro. Huesos (el perro), en su condición de tal, no sabe de la diferencia entre lo femenino y lo masculino pero sí sabe, mejor que su dueño, defender su territorio.

Ambas figuras masculinas pierden su condición de poder por no lograr resolver el vacío en el saber sobre el problema de género, a esta altura claramente diferenciados de la organización genital.

Es significativo este momento en la medida que nos ubica en un contexto en el que la educación no va a estar por afuera.

La escuela es el otro escenario en donde se despliegan los conflictos de género. Una puesta en escena diferente pero la misma problemática. La escuela no está por fuera de ella pero la solución, como en este caso, no siempre es la más exitosa.

Cuando el remedio es peor que la enfermedad

Una nueva directora asume en lugar del saliente y confundido Skinner, la cual, para resolver el problema, decide separar a las niñas de los niños ya que estos últimos, a decir de ella, son agresivos y no escuchan.

A partir de ese momento se crean dos entradas escolares, una para alumnas y otra para alumnos, marcadamente diferenciadas por una pared. En la entrada de varones se lee:”los niños mandan” mientras que en la de mujeres todo es estético y armonioso, donde se pueden apreciar cuadros de pintoras famosas.

Con esa división la directora solo tapa el conflicto, pero como en todo universo, hay una singularidad que rompe con él. Lisa decide traspasar ese límite impuesto arbitrariamente, esa barrera que no le permite acceder al tan deseado conocimiento, hoy por hoy otorgado a los varones. Si varones y mujeres están separados no existe el conflicto y de esa manera se pueden desplegar con eficacia los valores educativos y culturales atribuidos a cada género. Esa sería la vara que marca una exitosa educación.

Las clases de matemáticas para las niñas pasan a estar regidas por los sentidos, por las sensaciones que provocan los números, por la armonía de las cantidades. Esto molesta a Lisa, ella quiere aprender las matemáticas tradicionales y la resolución de cálculos, algo que está del otro lado del paredón, del lado de los varones, ellos son los encargados de resolver los problemas junto con los demás atributos masculinos que le otorga la sociedad: la violencia y la desmesura.

Lisa parece ser la excepción, la que se revela frente a esta tajante separación que la priva de aprender matemáticas. Es sensible y armoniosa, ama la música y el arte, sus valores morales son elevados, más altos aún que el de sus propios padres, entregados a la lucha de poder doméstico en donde Marge, la madre, intenta dominar el ámbito de la intimidad conyugal frente a un Homero confundido a la hora de ejercer su función de esposo y padre.

En la escena familiar y ante el conflicto de Lisa, Marge le confiesa que de jovencita tenía un marcado gusto por resolver cálculos matemáticos pero que abandonó ese estudio ante la irresistible propuesta amorosa que le hace Homero del -“uno más uno igual a nosotros”. Es él quien le resuelve ese cálculo aparentemente irreconciliable entre el saber matemático y los sentimientos. Desde ese momento queda instalada en Marge esa contradicción entre pensar y sentir. Para que Lisa pueda acceder a esa asignatura que a ella le quedó postergada, decide disfrazarla de varón para que pueda entrar al colegio de los niños y así aprender matemáticas. Sabe que desde la escuela esto es irreconciliable y es la única solución que encuentra para que su hija no caiga, como ella, en las redes de la seducción amorosa que, por su condición de mujer, la distancian del saber.

Será necesario “disfrazarse” para entrar en el ámbito del conocimiento, en la escena masculina.

La metamorfosis de Lisa

Es el disfraz, otorgado por su propia madre, el que le permitirá saber algo más que matemáticas, tendrá que aprender a ser varón, a comportarse como ellos, a actuar en otro escenario diferente y a la vez complementario, que la llevará a un cambio de posición subjetiva totalmente diferente.

Aunque la transformación presente obstáculos deberá cruzar la barrera, esa pared que separa el mundo de los varones del de las mujeres. Y eso es lo que hace.

De alguna manera demuestra cierta resignación por la situación que existe en la escuela, sabiendo que desde ese lado será imposible acceder al conocimiento, entonces se excluye del mundo femenino. La marginación a la que fue expuesta se convirtió en auto-marginación.

Para Guezmez y Loli (1999), la discriminación por género se da por: aquellas normas, decisiones y prácticas que tratan de un modo desigual los intereses y derechos de varones y mujeres, y/o que pese a tener una apariencia de igualdad dan lugar a resultados de desigualdad-discriminación (p.27).

Su hermano Bart, que en un primer momento celebra esta separación escolar, la descubre y se ofrece para enseñarle a ser varón. Lisa aprende los códigos de los niños, aprende a competir como varón entre los varones, a marcar territorio, a pertenecer y ser aceptada en el grupo, es apodada como “Excusado” (en alusión al inodoro por un papel higiénico que se le pegó a su zapatilla) sin que eso sea denigratorio ni un obstáculo para su inclusión. No sin dificultad lo aprende, pero sabe que su meta es otra, lo que no sabe es que en esa circunstancia está aprendiendo algo más que matemáticas.

Mientras Jake (nombre con el que Lisa entra oficialmente al sector masculino) concurre a la escuela, su interés por aprender continúa intacto. Es aceptada y tratada por sus maestros como un varón más que participa en las clases con entusiasmo. En ese contexto no podemos dejar pasar un equívoco de Lisa en su primer día de clase de matemáticas para varones: ante una pregunta del maestro, resuelve incorrectamente un cálculo y es corregida, reflexionando luego: “me equivoqué y cuando me corrigieron aprendí”.

Lisa está dispuesta a reconocerse en esa falta que genera el desconocimiento y no se amedrenta por ello. Tampoco es criticada por su maestro por ser una niña que se equivoca.

Primero es necesario aceptar el “error” para luego poder ir más allá, reconocer lo propio no sabido.

Hay “errores” que permiten encontrarnos con los propios deseos y hay deseos que nos muestran en los “errores” la posibilidad de desanudar los caminos del desconocimiento. Quien se equivoca muestra una falta, hay algo que irrumpe en el saber dando la posibilidad de obturar o liberar el camino del conocimiento.

Hay algo el deseo de saber de Lisa que no le permite retroceder y en eso está convencida de no equivocarse.

Deberá comprender que para acceder al saber y a la resolución de los problemas la clave no está solo en los números y los cálculos sino en lo que representan para quienes los abordan. Y llegará a demostrarlo cuando recibe el premio al mejor alumno en matemáticas. Su deseo, en ese sentido fue cumplido, ahora podrá sacarse el disfraz de niño, demostrando la falacia instalada en el mundo escolar a partir de una decisión arbitraria.

Lisa ya no es la misma, no necesita de ese disfraz para sentirse segura de su posición frente al saber ni para que se lo permitan, ni para temer equivocarse. Ya no hay vuelta atrás.

A partir de ahora podrá responder con los nuevos conocimientos que le otorgó el haber tomado esa decisión ya que no se trata sólo de números, sino de la manera que se puede acceder al saber.

En la misma escena de entrega del diploma, Lisa muestra que no sólo ha aprendido matemáticas, sino también algo de los otros, ha explorado el mundo de los varones, sus códigos, modos, costumbres y los ha incorporado. Es así que frente a lo intolerable que le resulta la demostración musical desarmonizada de un compañero, ella le responde con un acto violento, más típico de “Excusado” que de Lisa.
¿No son acaso esas las vicisitudes por las que hay que atravesar cuando el deseo de aprender se impone?

El problema se presenta cuando, como en este caso, se resuelve desde la excepción y donde la escuela se vuelve obstáculo para liberar sus propias dificultades, para animarse a derribar sus propias murallas que no son más que las murallas de la no aceptación del propio desconocimiento.

Dividir a las mujeres de los varones sólo muestra la intolerancia y el ocultamiento de lo no sabido.

¿Existe una matemática para varones y otra para mujeres o son los valores sociales que bañan esa disciplina los que la hacen diferente?

Podemos preguntarnos también: ¿está la escuela preparada para enfrentar las diferencias de género dando respuestas que desplieguen las contradicciones a fin de resolverlas y no de negarlas como en este caso?

Lisa ha podido traspasar desde la excepción la barrera que la separaba de su deseo de saber, se enfrentó a las vicisitudes implicadas en ese encuentro, tuvo que modificar conductas sociales, personales y también equivocarse para llegar a esa meta. Todo parece indicar que la escuela no ha podido acompañarla en este recorrido, las paredes no parecen haberse derribado para la institución. Romper los paradigmas sociales y culturales es más complejo que resolver un cálculo matemático.

En este caso “la chicas solo quieren sumar”, pero los adultos dividen. Nos preguntamos entonces si la escuela da la posibilidad de sumar al otro.

También, y a partir de los escenarios desplegados en este capítulo, podemos interrogar: ¿La sexualidad se educa o es una construcción singular que se da en el juego de las identificaciones y los roles que representan en la cultura?

Podemos saber de la diferencia anatómica de los sexos pero no por eso tener claro, como le sucedió a Skinner, qué es ser varón y qué es ser mujer. Eso sólo se aprende en el juego de las identificaciones subjetivas pero se despliega en el mundo de lo social, con el otro.

El género aparece siempre entrecruzado con otros aspectos determinantes de la vida, es decir: su historia familiar, sus oportunidades educativas, su nivel socio-económico, etc.

Las expectativas de los niños no son las mismas que la de las niñas en ciertos aspectos y no son posibles de normalizar y homogeneizar. No hay un “para todos” los niños y “para todas” las niñas, sino una construcción subjetiva de la identidad sexual.

El género ha estado tradicionalmente caracterizado en nuestra cultura por una diferenciación jerárquica, donde el modelo masculino corresponde a lo dominante mientras que lo femenino a lo dominado (Sandoval, 1998). El género es entonces un organizador social que interviene de manera directa en la educación reproduciendo los modelos de relaciones significativas de poder.

Las chicas quieren sumar y para eso deberán confrontar los valores sociales, culturales y singulares que ningún número, ni ilusoriamente, puede resolver por sí solo. Esto también es una demanda de nuestra época y una necesidad imperiosa de modificación escolar para no quedar por fuera del escenario mirando un espectáculo que les es ajeno.

Referencias

Foucault, M. (1982). Historia de la Sexualidad, Volumen I: La Voluntad de Saber. México: Siglo XXI.

Freud, S. (1905). Tres Ensayos Sobre una Teoría Sexual”. En Obras Completas, Volumen VII. BuenosAires: Amorrortu.

Guezmes, A & Loli, S. (1999).Violencia Familiar, Enfoque Desde la Salud Pública: Módulo de Capacitación. Lima: Organización Panamericana de la Salud.

Sandoval, M. (1998). El Género como Categoría Diagnóstica” En Torres, A., et, al. (Eds). Trópicos. Revista de Psicoanálisis. Psicoanálisis y Género (Vol. 1, pp 72-79). Caracas: Fondo Editorial Sociedad Psicoanalítica de Caracas.

Tovar, T. (1998).Sin Querer Queriendo. Cultura Docente y Género. Lima: Tarea.

Tovar, T. (1997). Las Mujeres Están Queriendo Igualarse. Género en la Escuela”. Lima: Tarea.



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