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Volumen 17
Número 1
Abril 2021 - Agosto 2021
Publicado: Mayo 2021
Series y desfondamiento


Resumen

En esta época de los tiempos líquidos, la subjetividad fluida (Baumann,2007; 2018; Lewcowicz, 2004) y los amores líquidos podemos pensar ¿identidades sexuales líquidas? Siguiendo estos interrogantes Ansermet (2016) nos pone en el eje del asunto. “Los movimientos trans más progresistas nos interpelan a nosotros psicoanalistas, en la medida en que ponen en crisis la noción misma de identidad, es decir que la identidad está vacía, y este vacío está en el centro de algunas preocupaciones de los trans, en su forma de arreglárselas con este vacío, es un bricolage con este vacío, hacen algo con este vacío, buscan soluciones.” En este sentido la “autopercepción” lejos de ser un vacío, o una creación ex nihilo es ya una respuesta, una posición, una decisión y como tal supone un pasaje por el Otro. Lacan hablaba del sinthome, Ansermet del bricolage, formas del anudamiento del uno por uno a la falla estructural, a la ausencia de relación sexual. Formas de posicionarse frente a esa nada sobre la que se teje la identidad de género.

Palabras clave: Genero | identidad | sexuación

Abstract English version

Quiero ser quien soy

Torsiones entre la identidad y su derecho en la Serie Ps!

Elizabet Ormart

Yo soy lo que soy
Mi creación y mi destino
Quiero que me des
Tu aprobación o tu olvido
Mihanovich

Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. La Biblia.

Introducción

Un hombre ingresa a un edificio para su cita con el doctor, se presenta ante la seguridad del lugar, quien le pide su documento de identidad para dejarlo ingresar. El hombre da una serie de rodeos: que no lo tiene, que se lo olvidó, etc. Hasta que finalmente, accede a entregar el documento solicitado. La guardia de seguridad no puede ocultar su sorpresa al ver que la foto y el nombre del documento no coinciden con su portador. Se trata del documento de una mujer. Renato resultó ser biológica y legalmente Renata, el espectador advierte con sorpresa las dificultades que conlleva en la vida cotidiana el cambio de identidad de género. Así comienza este episodio, desplegando ante la empatía del espectador, el padecimiento subjetivo de un hombre en el cuerpo de una mujer. Ansermet (2016) lo plantea en términos de una certeza inquebrantable: “Lo que el sujeto dice a través de su proyecto transexual es una suerte de “Yo no soy lo que soy”, reforzado con un “No soy lo que pretenden que sea”, de donde se desprende una especie de fórmula lógica que llega a ser inquebrantable.”

El eje de este episodio de Ps! será la problematización de los conceptos: sexo, género, sexualidad y sexuación. La brillante serie brasileña ideada por Contardo Calligaris escenifica la vida diaria de un psicólogo, Carlo, quien en este episodio desde diferentes lugares se las tendrá que ver con esta temática.

Del enunciado a la enunciación

La teoría de la información de Shannon y Weaver (1948) presentan a la comunicación como un proceso lineal y matemático en el que un emisor le envía un mensaje a un receptor. El mensaje tendrá que fluir en un canal en el que los ruidos interfieren en la recepción del mensaje. El psicoanálisis nos enseña que en la palabra del emisor hay una posición de la enunciación que va más allá del enunciado consciente del sujeto, y que el emisor es siempre al mismo tiempo un receptor de su propio mensaje. Así pues, el analizante, cuando habla, también se dirige un mensaje a sí mismo, sólo que no es consciente de esto. Parte de la tarea del analista consiste en hacer posible que el analizante oiga el mensaje que se está dirigiendo inconscientemente a sí mismo. De hecho, esto es en sí el inconsciente: eso que el sujeto dice de más, o de menos, y que escapa a su intencionalidad consciente, eso que se produce entre significantes. La interpretación tiene la función de devolverle al sujeto el mensaje en su verdadera dimensión. De aquí que Lacan (1984) defina la comunicación analítica como el acto mediante el cual “el emisor recibe del receptor su propio mensaje bajo una forma invertida, [es decir], que la palabra incluye siempre subjetivamente su respuesta” (Lacan: 1953 p. 287).

Este axioma de la enseñanza de Lacan es uno de los ejes más interesantes desde el cual leer algunas situaciones del presente episodio. Los personajes: Mark, el hijo de Carlo y la fiscal, paciente de Carlo llegarán en un punto a encontrarse sorprendidos en su propio decir en tanto que su mensaje les retorna en forma invertida.

La dialéctica de las posiciones binarias

La fiscal que entiende en el caso del cambio de sexo de Renato es paciente de Carlo. Renato reclama que sus documentos puedan ser modificados para poder ser el hombre que siente que define su ser. Él siente que “su verdadero yo no existe” hasta que sea nombrado por la ley como tal. La existencia de su identidad sexual sólo puede ser materializada en el reconocimiento social de su condición de varón. La ley en tanto marca del Otro social, es necesaria para habilitar el deseo de reconocimiento Renato. Los argumentos esgrimidos por Renato pueden ser concebidos como un conjunto homogéneo de derechos por los que el colectivo LGTBIQ ha venido luchando activamente, derechos que podríamos ubicar en el centro de uno de los paradigmas (Roland Barthes, 1977) que polarizan y tensionan el debate en la Serie Psi.

Sin embargo, la fiscal que entiende en el caso está convencida de que “los intereses de la sociedad están por sobre las necesidades de los individuos”. Aludiendo que el cambio de sexo de Renato supone un peligro para la seguridad social, se niega a darle curso a su pedido, colocándose en el polo opuesto.

Desde el eje universal-singular entendemos que existe una continuidad entre la condición humana y su emergencia en el caso por caso. La sexualidad humana, descripta en el primero de los Tres ensayos freudianos como perversa y polimorfa se nos muestra en Renato cuando su cuerpo simbólico esta escindido del organismo biológico determinante de su sexo. El género en este sentido es una construcción significante, modulada epocalmente y por consiguiente, particular. Las representaciones sociales de la femenino y lo masculino, los roles de género, las vestimentas, peinados, etc., en tanto estereotipos construidos socialmente, pueden ser más o menos flexibles a los modos de ser sexuado. Son soportes culturales, en los que se apoyan las manifestaciones singulares del propio cuerpo sexuado. La decisión de la fiscal de clausurar esta diversidad y hacerla entrar en el “para todos”, deviene un particularismo. En tanto que entendemos, que el particularismo consiste en presentar un universo como universal, impidiendo su potencia de suplementación. Lo universal como tal es una potencia de despliegue. Siguiendo los planteos de diversos pensadores actuales las posiciones binarias pueden ser pensadas como universos de significados antagónicos (Lewcowicz, 2004) como paradigmas opuestos (Roland Barthes, 1977) como posiciones morales (Ariel, 2000). Estas opciones binarias, son esquivas al pensamiento crítico, son posiciones enlatadas más o menos políticamente correctas, pero que en todos los casos desalojan, invisibilizan, eclipsan al sujeto. Lo universal en tanto potencia de despliegue se hace presente en ese instante en el que el sujeto es interpelado y no toma el atajo monocromático de la opción binaria sino que se produce en acto. Acontecimientos que al decir de Roland Barthes permiten dar cabida a lo neutro. Lo neutro es castración, y la castración es deseo, siempre singular e intermitente. Lo neutro definido “como campo polimorfo de esquives del paradigma” (Barthes, 1977 pag. 51-52) nos permitirá darle cabida a este en más del deseo.

Es interesante retomar la operatoria lógica que subyace a estos movimientos. En la lógica de predicados (Ormart, 2001; Lewcowicz, 2004) el atributo define la clase: x es hombre, x es mujer, es transexual. Formar clases es lo propio del eje de lo particular. Las clasificaciones organizan la diversidad humana, pero son siempre insuficientes. En el seminario XIX Lacan retoma esta lógica de predicados para hablar de la pertenencia del individuo a la clase, y lo diferencia del Uno de la diferencia, que es la forma en que cada uno se posiciona en relación con esa clase. Diríamos cómo cada uno es mujer u hombre o transexual, cómo se juega lo que lo diferencia de ese atributo, o sea lo que lo singulariza. Sobre esto volveremos al final del texto.

Muchas son las formas en que el particularismo se materializa, en este caso, bajo el principio de la igualdad para todos. La fiscal reclama un castigo a la conducta desviada de Renato, que “pague el precio de sus decisiones”. Esta frase, como veremos hacia el final del episodio está dirigida a otro hombre que marcó la vida de la fiscal. Los valores y principios defendidos con tesón y su posición extremadamente rígida, ocultaban sus propias miserias neuróticas. La responsabilidad eludida, es la contracara de su posición intransigente frente al joven Renato. La intervención analítica de Carlo la hará descubrir un escenario inconsciente en el que se juega el reclamo de justicia por el abandono de su padre. Ella cree que es injusto que su padre la haya abandonado por otro hombre y ahora decide vengarse de esa afrenta con Renato. Llegada a este punto, el análisis le permite hacerse responsable, abandonar su cruzada discriminatoria hacia los trans y poner en acto un saber nuevo desconocido para ella. Es cuando escucha su propio alegato en forma invertida cuando puede responder por su implicación.

El psicólogo termina de atender a la fiscal y va con su amiga a ver la obra de teatro Edipo Rey en una moderna adaptación, en la que Renato es el protagonista. Resulta una elección brillante de Cotardo Calligaris, la obra Edipo, encarna el mito de la estructuración neurótica del inconsciente. La tragedia de Edipo tiene lugar por la imposibilidad estructural de escuchar el mensaje del oráculo. Mensaje invertido que funda la salida exogámica y la orientación heterosexual en la elección de objeto para Freud.

Si revisamos algunos de los textos centrales de Freud en torno a la sexualidad infantil [1], encontramos el pasaje de una sexualidad autoerótica, fragmentada y caótica a una cierta unidad –diferente en cada sujeto– en la que se transforma la eclosión perversa polimorfa y se van centrando las bases de una sexualidad adulta. El nudo [2] que marca un punto de enlace en ese recorrido lo constituye el pasaje de cada uno por el Complejo de Edipo. El tabú del incesto y la salida exogámica como salida del complejo de Edipo suponen el presupuesto de la identidad de género, diferenciada y binaria, dentro de un marco heterosexual. Freud conceptualizaba el desarrollo del complejo de Edipo que tiene una resolución heterosexual como normal y la homosexualidad –masculina o femenina– como una salida anormal del complejo de Edipo [3].

Sexo, sexualidad, sexuación.

El sexo entendido en términos binarios de macho y hembra resulta una verdad a medias, inclusive en el reino animal. Hay especies con más de dos sexos. Si bien, la unión de macho y hembra resulta necesaria [4] para la reproducción de la especie, ésta no es más que una de las formas funcionales que puede tener la sexualidad animal. Existe un porcentaje de animales homosexuales en muchas especies. El hermafroditismo está presente también en los animales. La cuestión binaria entonces, ni siquiera es biológica.

En el plano del ser humano, lo biológico como tal está perdido. Desde distintos marcos teóricos se ha dado lugar a la construcción de la sexualidad como algo cultural, pero esto no supuso necesariamente una evolución del planteo binarista, ya que la dicotomía se trasladó de macho y hembra al par naturaleza–cultura.

Dentro de la historia occidental del pensamiento, el feminismo como movimiento social e intelectual se ha desarrollado en tres momentos:

En un primer momento, el reclamo se centraba en la igualdad. La igualdad de derechos para el hombre y la mujer, el reclamo por igualdad de condiciones laborales, sociales, etc.

En un segundo momento, el feminismo se profundizó en un reclamo por la diferencia. Sobre una base esencialista, se planteó la diferencia de lo femenino y la masculino. La elección del género se presentó como una conquista cultural. Sin embargo, el esencialismo de lo femenino en rivalidad con la masculinización de la sociedad comenzó a ser combatido en el tercer momento de la síntesis.

El movimiento dialéctico que recorre su curso de iguales a diferentes. Supuso que a la tesis de la igualdad le sigue la antítesis de diferencia y en esta tensión se gesta el tercer momento, el de la performatividad. Sin embargo, los tres momentos no tienen una evolución lineal sino que se presentan a nivel social como simultáneos. Encontramos hoy, tanto planteos vinculados al reclamo por la igualdad de las condiciones salariales, como otros que demandan el respeto de las diferentes necesidades que tienen hombres y mujeres.

La tercera ola del movimiento feminista, propiciada por las ideas de Butler, supuso una crítica al esencialismo y una superación de la diferencia sexo–género impuesta en la segunda ola. Es así como Butler discute el mandato heterosexual imperante en el movimiento feminista, su intervención es desencializadora del sujeto, de la mujer, de la naturaleza. En esta última serie, podemos incluir los planteos desarrollados en este episodio. El planteo de los personajes, podríamos afirmar que es anticlasificatorio. No hay dos sexos, ni dos géneros, sino que es imposible establecer una taxonomía del sexo [5] que queda modulado por el cuerpo sexuado de los sujetos singulares.

Los textos de Butler [6] se corresponden todos con la tercera ola del feminismo A lo largo de estos textos encontramos un desarrollo teórico sujeto a una permanente revisión, autocorrección y crítica. De hecho, el primero “El género en disputa”, parte de la crítica a los planteos de las feministas de la diferencia, como Kristeva por ejemplo. Desde “Cuerpos que importan” podemos identificar que la distinción sexo y género que se propone como una conquista del feminismo resulta para Butler negativa, en tanto que perpetúa la diferencia biológica llevada ahora al plano cultural. “La distinción sexo y genero si bien fue radical en la versión feminista de Simon de Beauvoir, fue criticada en los años recientes por degradar lo natural a aquello que está “antes” de la inteligibilidad, que necesita una marca, si no ya una huella, de lo social para significar, para ser conocido, para adquirir valor.” (p. 22)

Un concepto central para comprender la propuesta de Butler es la performatividad. “La performatividad es una práctica reiterativa y referencial mediante la cual el discurso produce los efectos que nombra” (Butler, 1993 p 18) La performatividad no es entendida como un acto que crea una realidad inmediatamente, sino como un proceso que por vía de la repetición e iteración naturaliza el sexo. Esta naturalización es para Butler una sedimentación de lo discursivo. (Butler: 1993 p. 29)

El sexo es para Butler lo que Foucault llamó “un ideal regulatorio”, ya que funciona como una norma y además produce los cuerpos que gobierna. Tiene el poder de producir los cuerpos sexuados.

Esto supone que el sujeto asume una norma corporal y este asumir supone la identificación sexuada. Pero no se trata de un sujeto que antecede la norma y luego la asume, sino de un sujeto sujetado al género, subjetivado por el género. “El yo –sostiene Butler– no está ni antes ni después del proceso de esta generalización (la del género) sino que sólo emerge dentro (y como la matriz de) las relaciones de género mismas” (Butler: 1993 p.25)

Tanto la militancia feminista de la tercera ola como la política queer proponen la desidentificación con las normas regulatorias tradicionales (macho-hembra) mediante las cuales se materializaba la diferencia sexual. Estos planteos se encuentran en debate en este episodio en el que va quedando desanudada la ligazón sexo, género y orientación sexual. De este modo, un hombre dice sentirse mujer, pero seguir prefiriendo la vestimenta masculina y su orientación sexual es hacia las mujeres. Renato dice sentirse hombre y cambia su anatomía y aspecto al de un hombre. Otro dice sentirse mujer pero no encuentra necesario el cambio de su físico, pero si la incorporación de vestimenta femenina, etc. La serie nos va mostrando en vivo las múltiples formas en que estos desanudamientos tienen lugar.

Butler señala (1993) que la delimitación y nominación femenina-masculina supone fijar una frontera, al tiempo que se inculca repetidamente la norma. Lo que queda por fuera de la norma, lo anormal, lo excluido, resulta inhumano. Esto raro, bizarro denominado queer supone un borramiento de la frontera delimitatoria. Y aún más, “Estos sitios excluidos, al transformarse en su exterior constitutivo, llegan a limitar lo “humano” y a construir una amenaza para tales fronteras, pues indican la persistente posibilidad de derrumbarlas y rearticularlas” (Butler: 1993 p. 26) Lo excluido se torna en lo peligroso que acecha por fuera de la frontera.

“La circulación de discursos con pretensión de verdad va trazando líneas de separación, de exclusión, de agrupamiento, en los que también se pone en juego la noción de normalidad” (Aguilar y Fernandez Cordero, 2013)

Tras las huellas de Freud

Como señalamos anteriormente Freud ha sostenido en algunos textos un ideal regulatorio de lo sexual signado por las coordenadas de su época. Sin embargo, no sería justo dejar así cerrada la cuestión. La sexualidad se presenta para Freud como un problema y no como aquello que lo explica todo, como una pregunta antes que como una respuesta conclusiva. El concepto mismo de pulsión como lindante entre lo psíquico y lo somático, da cuenta de “algo” imposible de circunscribir, de delimitar, que no está completamente separado de lo biológico, ni totalmente reducido a ello.

Esta dificultad hace que encontremos en Freud referencias contradictorias. En Tres ensayos de teoría sexual (1905), Freud sostiene que la libido es masculina, al tiempo que desconfía de la univocidad de los conceptos femenino y masculino. Y sostiene que su naturaleza masculina puede estar “presente en los hombres y las mujeres, y prescindiendo de que su objeto sea el hombre o la mujer” (Freud, 1905 p. 200)

Para Lacan, no hay dos sexos. El Otro sexo no existe. Se trata de una no existencia diferente a la de un caballo alado. Pegaso, el caballo alado, tiene designado pero no tiene denotado. Por consiguiente, existe como significante pero no en la realidad. La relación sexual no tiene significante. Es negatividad pura.

La utopía heterosexual que denuncia Butler es coincidente con lo que Lacan plantea en términos de que no existe relación sexual. Pero la lectura de Butler, más pegada a la primera parte de las enseñanzas de Lacan resulta incompleta y crítica en cuestiones que Lacan posteriormente reformula [7].

La sexualidad no es algo que surge de la diferencia sexual. Podríamos decir que la diferencia sexual surge de la sexualidad en tanto real: “En el psiquismo no hay nada que permita al sujeto situarse como macho o hembra” (Lacan, 1999, Seminario 19, p. 212)

El psicoanálisis vincula lo sexual con lo real ¿pero en qué sentido? Lo real se presenta como algo adicional cuya presencia imprime una curvatura en lo simbólico. Podríamos utilizar la metáfora de la física: lo real es como un agujero negro que curva el espacio simbólico con su pura negatividad. “La estructura significante está determinada y “curvada” por la falta constitutiva de un significante (el significante binario) en cuyo lugar aparece el excedente de goce” (Zupancic, 7/8) La sexualidad no puede ser apresada por el significante. Más allá del significante y como efecto de su propia producción se abre la dimensión de lo real.

Lacan sostiene que “la ausencia de la relación no impide por supuesto el vínculo (la liasion) lejos de ello, dicta sus condiciones” (Lacan: Seminario XIX p. 19)

La ausencia de relación es la que determina las condiciones de goce, ya que su no-presencia determina la estructura. Dicho en términos Milerianos para los seres hablantes hay un agujero en el programa. A diferencia de los animales que tienen un programa de reproducción instintivo (con sus fallas) en los seres humanos el hecho de que no haya relación sexual supone que se la invente de muchas maneras singulares.

Lo real no es un ser, ni es exterior al ser. Lo real es inseparable del ser y del lenguaje. Todo ser es simbólico, es ser en el Otro. Pero además está lo real.

Identidad y género

Los derechos humanos, la ampliación de derechos, las diversas generaciones de derechos son formas de decir que la legalidad es un corpus abierto a la singularidad. Discurso jurídico y psicológico, aunque también, psicoanalítico, se entrelazan y combinan dando curso a figuras que se dicen y se piensan disciplinariamente como diferentes, al tiempo que entrelazadas: identidad y género son un ejemplo de ello.

En nuestra argentinidad el derecho a la identidad tiene una dimensión social, cultural, histórica y simbólica sumamente particular. Decir identidad convoca a articular el nombre propio –que es el más impropio de los nombres–, con un linaje, una herencia, una historia y una genealogía que nos antecede e interpela. La identidad no es un concepto psicoanalítico, es psicológico.

En la doctrina italiana del derecho se sostiene que la identidad es “un conjunto de atributos, cualidades, caracteres y acciones que distinguen a un individuo de otro y que conforma su derecho a ser reconocido en su peculiar realidad”. La identidad estática –biológica y genética– formada por datos antropológicos, dactiloscópicos, el ADN, la nacionalidad, los rasgos fenotípicos con cierto carácter inmutable. La identidad dinámica está conformada el conjunto de atributos y calificaciones de la persona que se van construyendo a lo largo de la vida (Ormart, 2014). En este punto la identidad se aproxima a la figura freudiana del yo en tanto cementerio de identificaciones. La identidad se conforma por estos rasgos que el sujeto toma a su vez de los otros significativos que lo humanizan. El sujeto no es autocreado, es gestado en el campo del Otro social. Desde esta perspectiva no podemos considerar que un sujeto se autodetermina sino más bien que hay un interjuego entre el sujeto y el Otro, que Lacan denominó “alienación y separación”. En el centro de la identidad se encuentra también la diferencia, son conceptos solidarios. Lacan lo expresaba en estos términos: “A no es igual a A, porque el sujeto está dividido y, para representarse, tiene que recurrir al campo del Otro; algo le llega del Otro, que lo marca con el “tú eres”, pero el sujeto debe responder a eso que le llega del Otro (Lacan, 1962: Seminario IX clase del 14 marzo). Las frases del inicio ponen en juego la creación, al tiempo que el reconocimiento.

Dentro de esas marcas del Otro está el nombre propio. Clásicamente, este nombre ya entrañaba un género. Hoy se han puesto de moda nombres propios asexuados como Azul, Paris, Noah, Sasha, etc. Aún así el género también es un significante que viene del Otro.

En esta época de los tiempos líquidos, la subjetividad fluida (Baumann,2007; 2018; Lewcowicz, 2004) y los amores líquidos podemos pensar ¿identidades líquidas? Siguiendo estos interrogantes Ansermet (2016) nos pone en el eje del asunto. “Los movimientos trans más progresistas nos interpelan a nosotros psicoanalistas, en la medida en que ponen en crisis la noción misma de identidad, es decir que la identidad está vacía, y este vacío está en el centro de algunas preocupaciones de los trans, en su forma de arreglárselas con este vacío, es un bricolage con este vacío, hacen algo con este vacío, buscan soluciones.”

En este sentido la “autopercepción” lejos de ser un vacío, o una creación ex nihilo es ya una respuesta, una posición, una decisión y como tal supone un pasaje por el Otro. Lacan hablaba del sinthome, Ansermet del bricolage, formas del anudamiento del uno por uno a la falla estructural, a la ausencia de relación sexual. Formas de posicionarse frente a esa nada sobre la que se teje la identidad de género. Retomando las coordenadas lógicas del comienzo hacerse Uno de la diferencia.

Reflexiones finales

El episodio que analizamos de la serie Ps!, la teoría de la performatividad de Butler y la sexualidad ligada a lo real del goce anclado en el cuerpo tienen un punto de encuentro: el rechazo de las clasificaciones, o mejor aún el más allá de las clasificaciones. Toda taxonomía exige un ordenamiento que excluya e incluya, que limite y delimite, que discrimine y segregue. Y este planteo es solidario con la dialéctica USP en tanto que todo intento de definir y delimitar la sexualidad en un planteo de A y-A es particularista.

En esta misma línea Ansermet (2016) sostiene:

“La identidad, la sexualidad, la reproducción, el origen y la muerte son las coordenadas para pensar el caso por caso de esas situaciones. Cualquiera sea la certeza en juego, es preciso darse cuenta del hecho de que toda elección implica un impensable. Algo de su elección escapa al sujeto que elige o cree elegir. Para Lacan, “el impasse sexual secreta las ficciones que racionalizan el imposible del que ellas provienen” (Lacan, 1973). No hay solución universal para hacer frente a la no relación sexual, sólo existe la solución que inventa cada sujeto. A cada uno su solución, à chacun son bricolage*, cada uno es el artesano de su ficción. Esto es lo que plantean de una manera extrema los sujetos transexuales.”

Hablar de hombres y mujeres, machos y hembras solo puede ser concebido desde ciertas categorías de pensamiento y lenguaje. El lenguaje funciona como instrumento definitorio y clasificatorio. Para superar el pensamiento binario cisheteronormativo es necesario desarticular las clases que lo integran. La sexualidad se nos presenta siempre como un excedente real no domesticado por el lenguaje. El hecho de situarse en el lado masculino o femenino de los seres parlantes, que no es una elección en relación a los ideales del sexo siempre particulares y culturales, pero sí, y, sobre todo, es una elección de goce. Cómo señalamos más arriba, es ya una respuesta singular.

Pineda presenta un paralelo interesante entre lo que ocurre en la clínica psicológica y la diferencia sexual. “El pasaje de una clínica discontinua, que clasificaba psicopatologías, a una clínica continuista donde se opacan los límites entre neurosis y psicosis conduce directamente a plantear modos de goce, modos de gozar en particular” (Pineda; 2013) La clínica de las clasificaciones ha ido dando paso a una nueva concepción de la clínica de los modos de gozar singulares. Ahora estamos asistiendo a este pasaje de los sexos a los modos de goce, donde el acento no está en la generalización clasificatoria sino en la rareza (queer) del uno por uno. La diversidad sexual como rasgo universal deviene singularidad en el saber-hacer-ahí de cada quien.

Referencias

Ansermet, F (2016) Elegir el propio sexo: Usos contemporáneos de la diferencia sexual en línea: Virtualia 29 http://virtualia.eol.org.ar/029/template.asp?Lo-femenino-y-la-sexualidad/Elegir-el-propio-sexo.html

Aguilar y Fernández Cordero (2013) Cuando la identidad es ley. Ecos de Michel Foucault y Judith Butler. En Torres & al (Comp.). Transformaciones. Grama. Buenos Aires.

Ariel, A (2000) El estilo y el acto. Manantial.

Barthes, R (2004) Lo neutro. Buenos Aires: Siglo XXI. Prólogo de Nicolás Rosa

Baumann, Z (2018) Amores líquidos. Paidós

Baumann, Z (2007) Tiempos líquidos. Tusquets

Butler, J (1993) Cuerpos que importan. Introducción. Paidós, Buenos Aires:2002.

Cevasco, R (2010) La discordia de los sexos. S&P

Freud, S. (1905) Tres ensayos de la teoría sexual. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986

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FREUD, S. (1925) Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986

FREUD, S. (1932) Conferencia 33: La femineidad. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986

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Lacan (1953) Función y campo de la palabra, Escritos 1. Paidós: 1966.

Lacan, J. (1973): Televisión. En línea: https://monoskop.org/images/f/f2/Lacan_Jacques_Television_A_Challenge_to_the_Psychoanalytic_Establishment.pdf

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Lacan, J., (1971-1972) El Seminario, Libro XIX, “… o peor”. Paidós. En línea: https://www.bibliopsi.org/docs/lacan/Seminario-19-O-Peor-Paidos.pdf

Lewcowicz, I (2004) Pensar sin estado. Paidós.

Ormart, E (2001) Lógica y argumentación. ElAleph.com

Ormart, E (2014) TRHA: impacto en las constelaciones familiares y la identidad de sus miembros. En aesthethika© International Journal on Subjectivity, Politics and the Arts. Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte Vol. 10, (1), julio 2014, 86-102

Pineda (2013) Más allá de las clasificaciones. En Torres & al (Comp.). Transformaciones. Grama. Buenos Aires.


[1FREUD, S. (1905) Tres ensayos de teoría sexual. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986. FREUD, S. (1917) Conferencia 21. Desarrollo de la libido y organizaciones sexuales. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986. FREUD, S. (1924) El sepultamiento del Complejo de Edipo. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986. FREUD, S. (1925) Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986. FREUD, S. (1932) Conferencia 33. La feminidad. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986.

[2Nudo: sinthome, forma singular de anudamiento.

[3FREUD, S. (1938) Compendio de psicoanálisis. Capítulo III. El desarrollo de la función sexual. Editorial Amorrortu. Buenos Aires, 1986.

[4Las técnicas de reproducción asistida nos muestran la prescindencia de las relaciones sexuales para la reproducción, de modo que lo que había sido condición necesaria en la naturaleza es ahora prescindible.

[5En este punto las ideas de Butler se tocan con los desarrollos de Lacan en torno a las fórmulas de la sexuación. Un desarrollo en profundidad de este diálogo lo encontramos en Cevasco (2010), quien señala que por diferentes caminos se rechazan las clasificaciones ordenadoras de lo sexual y el cuerpo sexuado pasa a ser una posición asumida en función del falo que define lados femeninos o masculinos, siempre singulares en diálogo con formas sociales y culturales de investir el ser hombre o mujer. Sin embargo, el falo como ordenador, no alcanza a dar cuenta del campo pulsional.

[6Las ideas de Butler se han desarrollado principalmente a través de tres textos: El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad (1990); Cuerpos que importan (1993); Deshacer el género (2004).

[7Para profundizar el diálogo y los cortocircuitos que se generan entre las ideas de Butler y Lacan, se sugiere la lectura de la discordia de los sexos de Ritheé Cevasco, Ser-para-el-sexo. Diálogos entre filosofía y psicoanálisis de Alenka Zupancic, Joan Copjec, Rithée Cevasco, entre otros.



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