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Volumen 18
Número 1

Abril 2022 - Agosto 2022
Publicado: Abril 2022
Leviatán


Resumen

El artículo propone una interlocución entre el ensayo satírico de Jonathan Swift “Una modesta proposición” (1729) y la novela de Agustina Bazterrica “Cadáver exquisito” (2017). Retomando textos anteriores del autor a propósito del film “Matrix”, se aborda la relación entre el lenguaje y la información, la metáfora del capitalismo salvaje, el tratamiento de los restos mortales, el sentido de la descendencia, y fundamentalmente la pregunta sobre la condición humana en los escenarios distópicos que plantean las obras trabajadas.

Palabras clave: Canibalismo | Jonathan Swift | capitalismo

Abstract English version

[pp. 15-27]

Una siniestra proposición

Un comentario sobre “Cadáver exquisito”
Armando Kletnicki

Universidad de Buenos Aires
Recepción 12/12/21 Aceptación 15/2/22

En “Cadáver exquisito”, la novela de Agustina Bazterrica publicada en 2017, el mundo se ha quedado sin animales: tanto las criaturas domesticadas como las fieras salvajes, sometidas por la aparición de un virus letal para los humanos, deben ser sistemáticamente sacrificadas y su carne ya no podrá ser comida. Su protagonista, Marcos Tejo, trabaja desde antes de la aparición del virus en un frigorífico que, ante la ausencia de animales, comienza la cría de carne “especial” para su posterior consumo.

En este nuevo orden, el canibalismo se ha vuelto no sólo lícito sino natural, y la sociedad admite una nueva división esta vez organizada entre aquellos disponibles para ser comidos y quienes pueden devorarlos, habiéndose habilitado la compra de “cabezas”, o su cría para servir de alimento.

Las nuevas regulaciones prohíben establecer otro tipo de contacto con estas criaturas, de manera que se penaliza cualquier tipo de relación diferente a la ingesta incluyendo, obviamente, cualquier acercamiento afectivo o íntimo.

La idea de unas personas comiéndose a otras no es en lo absoluto original de Cadáver exquisito. De hecho, en un texto escrito hace ya algunos años [1], hemos abordado esta temática sirviéndonos de la provocativa novela breve de Jonathan Swift llamada “Una modesta proposición” [2], en la que se retrata una sociedad que ubicaba en el exceso de nacimientos de niños pobres el origen de todos sus males.

El autor propone, ante tal dificultad, una solución sumamente simple: “se debía alimentar a los bebés nacidos hasta que cumplieran su primer año de vida, luego separar y conservar un número razonable y adecuado para garantizar la reproducción, y el resto –sencillamente– podría ser utilizado como alimento.”

En nuestro comentario, agregábamos que “si una propuesta de este tipo admite ser leída con su caudal de sarcasmo, o si resulta inmediatamente rechazada por horrorosa, es porque en lo esencial esos bebés son –tanto en ese entonces como en el presente– los hijos de unos padres, un eslabón en el entramado generacional. De allí la angustia que produce imaginar la prolongación de la escena, su posible realización.”

En el cuento “Kappa” (1927), de Ryunosuke Akutagawa [3], se habla de un país en el que la invención de nuevas máquinas va reduciendo drásticamente la necesidad de mano de obra, de manera que los despidos de personal no bajaban de 40.000 o 50.000 por mes. Pese a ello, en los diarios no aparecía mención alguna a protestas o huelgas obreras.

Uno de los protagonistas, sorprendido frente a tal situación, pregunta sobre el particular, obteniendo una respuesta aún más asombrosa: “Porque se los comen a todos... Matamos a todos los obreros despedidos y comemos su carne. Mire este diario. Este mes despidieron a 64.769 obreros, de manera que de acuerdo con esa cifra ha bajado el precio de la carne.”

El libro señala, tal como ocurre en “Cadáver exquisito”, que las leyes amparan esta novedad: cuando la nueva pregunta es si los obreros se dejan matar sin protestar, se le responde que “Nada pueden hacer… (ya que) …tenemos la Ley de Matanzas de Obreros”. Y sigue… “Después de todo, el Estado le ahorra al obrero la molestia de morir de hambre o de suicidarse. Se les hace oler un poco de gas venenoso, y de esa manera no sufren mucho.”

El cine tampoco ha sido ajeno a esta situación: ejemplo de ello es la reciente película francesa “Barbaque” (2021) de Fabrice Eboué, que comienza cuando una carnicería es atacada y destruida por fanáticos veganos. Al encontrar a uno de ellos y darle muerte accidentalmente, la pareja de carniceros resuelve deshacerse del cuerpo convirtiéndolo en la tierna carne que venderán en su tienda. El éxito del nuevo emprendimiento los lleva a avanzar, en tono de comedia negra, asesinando una treintena de veganos que serán procesados para ser vendidos y consumidos como “jamón de cerdo iraní”.

La película trae a la memoria el filme danés de 2003, “The Green Butchers”, de Anders Thomas Jensen, en el que dos carniceros maltratados por su jefe deciden abrir su propio negocio. También allí lo azaroso define el destino de la situación una vez que, con el azar, decide hacerse algo en particular: el electricista que muere atrapado en la cámara frigorífica será convertido en los jugosos filetes que, por su extraordinario sabor, degustarán y elogiarán un grupo especial de comensales.

Basta agregar otras referencias, como “Tomates verdes fritos” (Fried Green Tomatoes), película estadounidense de 1991, o el capítulo “Emilia Basil, cocinera” (2005), de la serie de televisión argentina “Mujeres asesinas”, para graficar la asiduidad con la que el tema del canibalismo reaparece en diversas ficciones.

¡Cómanse a los ricos!

En otro marco, un nuevo ejemplo reintroduce en nuestros tiempos una frase atribuida a Jean-Jacques Rousseau, en el siglo XVIII, haciéndose lugar en las redes sociales, en los actos políticos y en las movilizaciones callejeras que reclaman frente a una creciente e imparable desigualdad social que no reconoce límites ni fronteras. El hashtag “EatTheRich” –cómanse a los ricos– condensa y abrevia su vieja advertencia: “…cuando el pueblo no tenga más para comer, se comerá a los ricos”.

Entendemos que esta formulación, contestataria al orden imperante, concluye inicialmente en una metáfora que no impone, ni siquiera propone, una práctica canibalística activa. Sin embargo, su sentido reaparece ante un fenómeno que crece al mismo tiempo que los sentimientos de impotencia y de privación, sobre todo en las nuevas generaciones: la frase de Rousseau no hacía más que describir la insostenible situación de la sociedad francesa, en la que un exiguo porcentaje de la población vivía a expensas de la amplísima mayoría pobre.

La injustificable acumulación de riqueza, que produce que una pequeña porción de la humanidad acumule fortunas superiores a las que poseen las grandes mayorías empobrecidas, y el hecho de que la pandemia de la Covid–19 haya extremado las enormes diferencias preexistentes, otorga una actualidad inesperada a las palabras enunciadas en el tiempo que precede a la Revolución Francesa. [4]

Podrían sumarse nuevos ejemplos literarios, cinematográficos o de otro tipo, pero nos interesa adentrarnos en la novela de Bazterrica para interrogar si sus líneas de trabajo reiteran lo conceptualizado en otras producciones artísticas o de otro orden donde el canibalismo podría ser la norma o la metáfora, o si, por el contrario, algún recorrido de indagación original le otorga a su texto un estatuto novedoso.

El capitalismo salvaje

La novela de Bazterrica admite un abanico de lecturas posibles, presenta diversas aristas que desnudan de manera más directa, o escondidas en diferentes metáforas, mucho más la realidad de un presente difícil de metabolizar que la creación de una fantasía futurista.

A la idea de un canibalismo activo y posible en un mañana distópico, escenario donde efectivamente unos se alimentan de los otros, se adiciona un canibalismo simbólico, metáfora poco velada del capitalismo en su fase actual, un capi–canibalismo salvaje, la presencia de una sociedad dividida entre “los que comen y los que son comidos”.

Podemos decir que es innecesario habitar la situación que la novela propone, en tanto poblamos un mundo lleno de desigualdades cada vez más exacerbadas, diferencias que se hacen continuamente más evidentes entre una mínima porción de la población que concentra un universo cada vez notable de riqueza y la enorme mayoría condenada a una supervivencia que difícilmente pueda catalogarse como vida que preserva la dignidad de lo humano.

La esclavitud real o figurada, la aceptación de una lógica de trabajo precarizado, la pobreza extendida, la violencia de género, la que se dirige a las infancias, el resto de las formas de violencia, la trata de personas, el desarrollo continuo de guerras, de genocidios, el otro tomado como enemigo y no como par, la posibilidad de matar, violentar, estereotipar, las matrices de discriminación, la falta de oportunidades y de movilidad social, la desigualdad cada vez más marcada y naturalizada entre quienes tienen y quienes carecen de todo… Se vive en un sistema caníbal que, pese a diferentes críticas y reflexiones, profundiza cada vez su orientación, de manera que se presenta como camino único, sin que sea factible imaginar a corto o mediano plazo alguna alternativa novedosa. [5]

Puede decirse que nos comemos los unos a los otros en la medida en que el semejante es tomado como objeto, o es considerado una amenaza, un competidor y un enemigo, sin poder observarlo como un par con el que podría construirse solidariamente, sin reconocerlo como un otro que tiene una historia única, que le abre ciertas posibilidades y determina algunas de sus carencias. En resumen, nos canibalizamos a cada instante como fruto de vivir en una lógica competitiva, cruel y perversa en la que va quedando sepultada la trama de la otredad, y en la que se va consintiendo un proceso de deshumanización del otro de modo que resulte viable asimilar la aparición de diversas formas de violencia y de objetivación que conducen a su destrucción.

El capitalismo no se presenta entonces sólo como un sistema de producción en el que destaca la explotación de la fuerza de trabajo y la gestación de plusvalía, sino como un modo de creación de subjetividades, sobre todo en las formas más modernas de su aparición, decididamente en su formato neoliberal.

En suma, llevamos una vida en la que se naturalizan plenamente un conjunto de horrores que, a la luz de nuestro modo de vivir, se incorporan y sostienen a condición de desmentir su composición y su fundamento.

Tejo

Marcos Tejo trabaja en el frigorífico Krieg desde antes de la transición, es uno de los lugares donde ahora se procesa la “carne especial”. Como lectores, vamos acompañando sus recorridos, y observando el paisaje a través de su mirada.

A Marcos no parece agradarle su trabajo, es más, en muchos momentos parece conducirlo un odio que, sin embargo, no le habilita la elección de otro destino. Puede que realizar esta tarea le produzca la ilusión de una continuidad posible con su pasado, puede que se trate de lo que sabe hacer y que el dinero que gana le permita sostener la sobrevida de su padre en el mejor geriátrico, puede que lo obnubile, que lo embrutezca, de manera de poder desmentir el efecto producido por algunos acontecimientos relativamente recientes.

Tejo ha perdido a su hijo, aquel a quien tanto le costó traer al mundo. Muerte súbita dice el diagnóstico, el universo cayendo entero en el instante de una revelación. Cecilia, su mujer, se deprime tras la pérdida imposible de significar, se refugia en la casa de su propia madre y lo deja solo, con esa piedra inmensa alojada en el medio del pecho.

Duelos, por la pérdida del hijo que había demorado en llegar y había partido en un instante, por la pérdida del padre que ha tenido y nunca más tendrá, el que aparece sumido en una demencia que sólo de a ratos le otorga algún brillo o atisbo de lucidez a una opacidad que parece acrecentarse día a día. Duelo por Cecilia, a quien convocará en el tramo final de la novela.

La vida de Marcos cambiará cuando recibe como regalo una “cabeza de ganado”, una “hembra” con la que primero mantendrá un vínculo distante y desinteresado, vivenciando la experiencia como una molestia, un contratiempo. Una “hembra PGP” [6] destinada a su consumo y con la que, sin advertirlo claramente, comenzará a acompañarse, otorgándole un extraño estatuto que parece humanizarla, y que progresivamente figura vincularlo afectivamente a ella. De alguna manera, esa hembra guardada desnuda en su galpón, ese objeto con forma de mujer, será causa de un deslizamiento en la vida de Tejo, de la ruptura de una monotonía que parecía resultar infinita.

Algo empieza a ocurrirle al predecible Marcos, algo que pondrá en jaque algunas de sus certezas, algo que discute su relación con las normas, de manera que la angustia va ganando terreno y la piedra en el pecho va creciendo irrefrenable en su interior.

¿Qué es un cadáver exquisito?

Cadáver exquisito, además de ser el título de la novela de Agustina Bazterrica, es el nombre de un juego prohibido, viralizado en las redes, con el que los sobrinos de Marcos Tejo se entretenían, por ejemplo, durante las escasas visitas de su tío: en el mismo, se tratará de adivinar cuál sería el sabor de cada persona.

El juego original, inventado en 1925 por los surrealistas, consiste en que cada uno de los participantes anote en un papel una palabra o una frase y, a continuación, pliegue la hoja de manera de ocultar lo escrito para que el siguiente participante escriba lo propio sin conocimiento alguno de lo precedente. Al final, se lee el texto completo de lo aportado por todos los integrantes del grupo. [7]

El cadáver exquisito nace en el ámbito literario, y sólo posteriormente se aplicará en las artes visuales. En este último contexto, el juego conserva la lógica surgida en la creación literaria, ya que cada artista genera una imagen espontánea y pliega la hoja de manera de sólo hacer visibles los últimos trazos, para que puedan ser el punto de partida de la imagen creada por el segundo participante, quien dibuja ignorando lo realizado por su predecesor. De este modo, la obra gestada colectivamente sorprende en tanto producto inimaginable para cada autor. [8]

Ruth Gallego Fernández sostiene que “la invención del ‘cadáver exquisito’ es un ejemplo del interés de los surrealistas por el juego, el azar y los aspectos incontrolados de la ejecución artística (…) a través de ella se ponían en práctica las teorías del automatismo, al reducir al mínimo la intervención de la voluntad consciente del autor.” [9]

¿Por qué se llama “cadáver exquisito”?

Porque en un primer juego, en 1925, al develarse la frase creada de manera colectiva y automática por un grupo de escritores y poetas, ésta decía: “El cadáver exquisito beberá el vino nuevo”. [10]

Alejado de su sentido original, en algunos casos como contracara de la lógica de un juego creativo, sustraído por completo el azar como instrumento para definir el curso de las asociaciones, en la novela queda expuesto que el armado y el sostén de un sistema determinado obedece a diversas normas, algunas escritas, otras implícitas, algunas rechazadas y trasgredidas, otras tantas aceptadas y sostenidas por los participantes del juego, cuya significación, polisémica, por cierto, es por momentos entendida y decidida, y por momentos actuada en la vía de un automatismo que, sin embargo, no releva de responsabilidad a cada protagonista. El imaginar qué sabor tendría cada persona que nos rodea, parece tener como fuente la naturalización de una violencia silenciosa, que finalmente objetiviza, resta condición humana, también a los seres vivos con los que sostenemos lazos.

Las palabras que muestran, las palabras que ocultan

En “Cadáver exquisito” se ha legalizado y naturalizado el canibalismo. Sin embargo, tal circunstancia no recibe esa denominación, ya que su uso está prohibido, reemplazándose por el término transición. De esta manera se llama al pasaje de un tiempo pasado en el que los animales eran consumidos, a un presente en el que se faenan las “cabezas de carne especial”, otro eufemismo, al decir de Tejo, el protagonista de la historia.

Bazterrica dice, al inicio de su novela, que hay palabras que encubren el mundo, que hay palabras que son convenientes, higiénicas, legales. En esa dinámica, y aunque el lenguaje nunca pueda decirlo todo, hay palabras que muestran y hay palabras que ocultan.

El término transición es sólo uno de los ejemplos presentados para reflexionar sobre la construcción de realidades a partir de mensajes e ideas que pueden o no ser ciertas, pero que van instituyendo una modalidad de lectura que, con el tiempo, las convierte en verdades con las que se convive, ya que se naturalizan.

Hay sistemas nominativos y de creencias que van construyéndose espontáneamente a lo largo de los siglos, en tanto también hay otros que se imponen a partir de un certero plan de nominaciones que no dejan al margen la función determinante de los gobiernos (sobre todo cuando los sucesos se enmarcan en lógicas autoritarias), del saber validado por el conocimiento científico prevaleciente en una época, o del rol de los medios de comunicación, como una realidad más reconocible en las últimas décadas.

De este modo, se revelan situaciones con las que convivimos cotidianamente que, al tiempo de hacerse visibles, quedan encubiertas por los mecanismos de representación con los que se exponen. A contramano del lenguaje poético, que amplía horizontes escapándose de las redes de significaciones admitidas, en la novela cobra fuerza un lenguaje oficial que cercena y oculta el valor de las palabras, congelando significados y modelando subjetividades.

Así, la imposibilidad de consumir animales tras la irrupción del virus, conlleva en la ficción la recomendación de los círculos académicos más renombrados de reemplazar esa ingesta por otra carne, en la medida que lo declaran indispensable, al tiempo que cuestionan y rechazan el veganismo como posible sustituto. Dada esta condición, se legaliza la cría, reproducción, matanza, procesamiento y consumo de “carne humana”, nominación también prohibida para no otorgar esa entidad a lo que en la novela se impone llamar producto, carne o alimento, legalizándose un canibalismo industrializado.

Un paso más puede darse al considerar la desconfianza que Tejo nos transmite respecto a la existencia misma del virus, que la mayor parte de la población acepta sin cuestionamiento alguno. Cuando las autoridades y los medios comunican que los animales han sido infectados y que deben ser sacrificados, se pone de relieve la pasividad con la que las noticias son recibidas, convirtiéndolas en verdades irrefutables, así como la imposibilidad de responder, personal o colectivamente, al poner en cuestión, repreguntar, o interpelar los datos recibidos.

Tejo lo cuestiona en su hermana, marcándole que carece de pensamiento propio y qué solo sigue, obedientemente, las normas que le imponen. Esas palabras, pronunciadas en la intimidad del encuentro familiar, se configuran como modelo a considerar, tanto del ciudadano común que habita la novela, como por fuera del marco de esta ficción.

Ley Simbólica y legalidad jurídica

En la novela que estamos trabajando el canibalismo se ha legalizado. Por lo tanto, su existencia no es sólo un hábito, una costumbre o una situación que puede eventualmente presentarse, sino que forma parte del sistema de referencias formales que rigen, en un momento histórico y lugar determinados, la vida de las personas.

Con independencia de otros matices que aún queremos presentar, deseamos exponer aquí el que releva la relación entre las leyes particulares, las de un sistema jurídico específico, por ejemplo, y lo que podemos nominar el desarrollo simbólico de la especie. Lo primero a desarrollar es que la existencia de una ley, sancionada y aceptada en el contexto en el que legisla, no garantiza la consonancia entre su contenido y los criterios universales y singulares que, pensamos, debe representar.

Esta descripción no se limita exclusivamente a cuestiones jurídicas, ya que encontramos en el marco de la ficción analizada una variedad de circunstancias que nos fuerzan a pensar en esa dirección: aquello primero impuesto, y luego naturalizado, aceptado por los habitantes de una situación, no necesariamente coincide con el desarrollo de premisas universalistas.

En un escrito anterior [11] señalábamos que para el término ley, mediador simbólico por excelencia, “puede pensarse una doble acepción: una Ley (con mayúsculas), que es condición necesaria para la fundación y estructuración del psiquismo, y una ley (con minúsculas) cuya producción hace referencia a cada uno de los sistemas sociales, particulares, en los que el hombre se desenvuelve”. [12] Sosteníamos también la pretensión, formulada en términos de ideal, de poder hallar una correlación estricta entre las dos dimensiones nombradas.

En el mismo texto, y admitiendo que se trataba de una correspondencia de imposible cumplimiento, expresábamos que “resulta deseable esperar que las leyes particulares que regulan las relaciones sociales, la convivencia humana, representen de la manera más acabada posible la dimensión en la que la Ley soporta y estructura el campo de la subjetividad”.

Esta lógica se pone en juego siempre de manera paradojal, graficando la condición de imposible a la que hicimos referencia en el párrafo anterior, en parte porque lo simbólico no se deja apresar completamente por la ley escrita, inicialmente porque la legislación es siempre general, en tanto el signo distintivo de cada acontecer humano es ser una singularidad en situación.

En resumen, la existencia de una ley, comprendida como lógica de lo particular, no garantiza en su enunciado ni en su aplicación el sostén de premisas que potencien lo universal-singular. Por el contrario, observamos en “Cadáver exquisito” que la presencia de determinadas regulaciones formales no hace más que validar lo aberrante, proveyéndolo de una justificación legal, en tanto que, a pesar de vulnerar lo humano, se aceptan y acatan porque son funcionales al sostén de otras variables.

La construcción del orden humano

En un texto anterior [13] presentamos dos conceptos, dos ordenadores lógicos surgidos de la investigación en el campo de las Tecnologías de Reproducción Humana Asistida (TRHA), que consideramos articuladores de interés para pensar diferentes entidades conceptuales y diversos escenarios situacionales.

Uno de ellos, designado como Transformación de lo simbólico, alude a las variaciones contingentes propias de los cambios epocales, a las modificaciones de aquello que llamamos subjetividad de época, y que permiten la introducción de transformaciones que potencian el orden simbólico.

El otro ordenador lógico, al que llamamos Afectación del núcleo real, refiere a la presencia de circunstancias capaces de afectar de manera estructural la condición de la especie, relativizando, o directamente produciendo el aplastamiento, del orden simbólico que la caracteriza.

A su vez, describíamos lo contingente como aquello que puede estar o no estar presente en una situación, que tiene por su presencia o por su ausencia capacidad para alterar dicha escena, dándole un sesgo específico, pero sin llegar a modificar las condiciones "de fondo" de la misma. Hablamos aquí de contenidos que deben diferenciarse de la estructura –deseante– que los aloja.

En el mismo artículo proponíamos considerar lo estructural como aquello que no puede no estar en una situación, ya que su ausencia conmueve la propia construcción, los cimientos de ese acontecer. Se trata de un lugar vacío, que en cada ocasión combina una serie de variables contingentes imposibles de formalizar anticipadamente.

Partiendo de estas definiciones sosteníamos que cada sujeto, constituido en la lógica del deseo no anónimo y singular como estructurante, es también producto de una serie de contingencias que han signado su experiencia incluso desde antes de su nacimiento, y que, siendo esa variedad de contingencias infinita, también lo es la cantidad de combinaciones posibles, dando origen a la más plena y absoluta diversidad, que es también una característica de la especie.

Por último, hacíamos referencia a que eso diverso se sostiene en una invariante, que es que la constitución subjetiva sólo puede producirse en la medida en que quien nace pueda ser alojado en un deseo, en tanto esa es la condición estructural.

A partir de lo abordado, queremos resaltar que con estas nociones nos estamos refiriendo a los procesos de humanización más universales, a la vez que convocando a interrogar los fundamentos bajo los cuales el sujeto mismo adviene a esa condición. Se trata, precisamente, de la fundación y el establecimiento de aquellas operaciones simbólicas esenciales, de cuya construcción y eficacia depende la posibilidad de inclusión en el campo de lo humano.

La carne no habla

En la novela las “cabezas” son aisladas desde pequeñas en incubadoras, y posteriormente en jaulas. Les quitan las cuerdas vocales para poder controlarlas más, y aunque se comunican de manera básica, por ejemplo, para expresar si tienen frío o calor, las “cabezas” no hablan porque la carne no habla.

Las “cabezas” tampoco habitan la lógica que Claude Lévi-Strauss formaliza con el nombre de “estructuras elementales del parentesco” [14], producto de un recorte de 50.000 años de historia humana, que toma al planeta y a las diversas culturas como universo de indagación. Para este autor, esta estructura tiene por función la transmisión, de una generación a otra, de aquello que garantice “que la cría humana sea parlante, y tenga el mínimo de ubicación en un sistema de intercambio”. [15]

Es importante poder reconocer el valor de estas condiciones, ya que caracterizar de este modo a las “cabezas” implica restarles los requisitos por los cuales pueden aproximarse a la dimensión humana. En nuestra especie, la transmisión del orden simbólico se efectiviza vez por vez, caso por caso, en tanto cada integrante de la especie es el eslabón que continúa una cadena generacional que lo preexiste, teniendo a su vez la potencia de donar a la generación siguiente el caudal simbólico recibido y producido.

Tal como mencionamos en el texto “Re-producción de lo anónimo” [16], las “cabezas” pueden pensarse como “esa multiplicación de organismos en los que se ha suprimido todo cruce de temporalidades, toda referencia al ordenamiento generacional que introduce el Nombre del Padre, y hasta el más mínimo rasgo de singularidad.”

Por estas razones, consideramos necesario insistir en que nos estamos refiriendo a los procesos de humanización más universales, y que la situación planteada en el texto de Bazterrica convoca a interrogar los fundamentos bajo los cuales el sujeto mismo adviene a esa condición.

La mirada humana del animal domesticado

Marcos Tejo recibe como regalo una hembra de Primera Generación Pura, una “cabeza” nacida y criada en cautiverio, sin modificación genética alguna ni aditamentos para acelerar su crecimiento. Al principio, se trata de un objeto molesto, que incluso ha rechazado en el momento de su obligada recepción.

Sin embargo, esa forma sin voz ni nombre comienza a tener un lugar en su vida, primero al modo de una preocupación básica, la de procurarle la supervivencia, y luego de maneras más complejas que avanzan hasta su nominación: quien al inicio descansa en el galpón, sucia y desnuda, ahora se llamará Jazmín, y entablará con ella, progresivamente, una relación que puede parecer amorosa, y que incluye el encuentro sexual comandado por un deseo. Algo va moviéndose de lugar en la trama, una nueva forma de ligazón parece construirse, al punto que el acercamiento sexual produce un embarazo y la posterior llegada de un ser que determinará el destino de la ficción y de sus protagonistas.

De alguna manera, con su arribo, Jazmín ha logrado alivianar la soledad de Marcos, la piedra en el pecho aparenta reducir su tamaño, y el nacimiento del niño parece predecir la recuperación de lo previamente perdido. Sin embargo, el desenlace, que no vamos a anticipar, nos muestra que su relación dificultosamente puede ser considerada un vínculo entre “pares”, y que la tonalidad del encuentro no ha podido obviar ni dejar al margen la historia previa de cada personaje, ni el entramado que lo contextúa.

Llegado el final, cabe preguntarse quién es Jazmín para Tejo, si una “hembra” que puede utilizarse como un mero organismo reproductor, una incubadora para un niño por nacer, o si se convierte en una mujer a la que podría amar y con la que fuera posible embarcase en una aventura que tenga por sostén la trama de un deseo no anónimo y singular, circunstancia definitoria para la llegada ya no de un niño, sino de un hijo.

Uno de los epígrafes que inician “Cadáver exquisito” pertenece a un cuento de Leopoldo Lugones, “Yzur” [17], cuyo relato nos presenta a un científico que ha comprado un chimpancé en un remate de un circo quebrado, con la intención de enseñarle a hablar. El narrador comenta que “los monos fueron hombres que por una u otra razón dejaron de hablar”, y que “el hecho produjo la atrofia de sus órganos de fonación y de los centros cerebrales del lenguaje”. Se propone, entonces, devolver el lenguaje a esa especie, comenzando con una serie de ejercicios, e implementando variadas estrategias que debían llevarlo a la realización de ese propósito. Sin evitar cierta crueldad, frustrado por los nulos resultados obtenidos, a la vez que obsesionado por demostrar su teoría, su insistencia se torna violencia y maltrato, de modo que el chimpancé caerá enfermo y ya no podrá recuperarse. Tras relatar su agonía, “una dulce agonía a ojos cerrados, con respiración débil, pulso vago, quietud absoluta”, el cuento finaliza cuando el mono, con los ojos muy abiertos, “se moría definitivamente… y su expresión era tan humana, que me infundió horror”.

En “Yzur”, a partir de una teoría fantástica presentada como científica, se intenta revertir el proceso por el cual los monos han perdido el habla que primitivamente poseían, procurando devolver algo de la humanidad detenida del chimpancé. En “Cadáver exquisito”, en cambio, a las “cabezas” aisladas en incubadoras y en jaulas, se le han cortado las cuerdas vocales para que no hablen.

Sin sostener que la lógica de adquisición del lenguaje se limita a la posesión de órganos fonatorios, ni que su presencia o ausencia es fruto exclusivo de un entrenamiento exitoso, remarcamos que lo que destaca en ambas obras literarias es que la aparición sorpresiva de lo humano, incluso allí donde parece estar esperándose, produce un desacomodamiento que Lugones llama horror, y que Bazterrica recobra al decidir el destino de Jazmín en su novela.

Bazterrica con Matrix: ¿son humanas las “cabezas” comestibles en “Cadáver exquisito”?

Un punto de interés en la novela de Bazterrica, signo que la diferencia sustancialmente de otros ejemplos cinematográficos o literarios donde la práctica del canibalismo está presente, es que en “Cadáver exquisito” no encontramos en el punto de partida un sujeto ya constituido, disponible para su posible disolución, sino un mero organismo que aparece como apto para ser consumido, en tanto no está inicialmente organizado en términos de constitución humana. A distancia de otros escenarios ficcionales, en los que la fantasía del crimen perfecto, el dominio del poderoso, o el estatuto autoritario de la trama, signa el destino de alguno o del resto de los vivientes, aquí partimos de la imposibilidad de otorgar a lo vivo estatuto de humano, en tanto impera una lógica de crianza con la finalidad de servir de alimento.

Esa modalidad y el canibalismo industrializado que la continúa, trae a primer plano el escenario descripto acerca de la Matrix y los campos cultivados. Allí, como en “Cadáver exquisito”, “no hay seres humanos, no hay siquiera cuerpos: son sólo cosas, materia prima útil, objetos dotados de movimiento, conjuntos de órganos articulados con forma de criatura humana. Lo cierto es que ningún encuentro –amoroso o de cualquier índole– los ha convocado, que ningún Otro los ha soñado, deseado o esperado; que no hay quien les haya dedicado una mirada, donado un lugar, o padecido su falta como un desgarro.” [18]

La novela de Bazterrica revela entonces esa orientación extrema, al exhibir y alumbrar un propósito exclusivamente utilitarista para abordar el terreno de la reproducción, reduciéndola a una producción a escala de objetos, y sin referencia alguna a lo que constituye lo humano como tal. Se trata, en resumen, del pleno rechazo de la posición privilegiada que queremos otorgar al sujeto.

Con “Cadáver exquisito”, como con Matrix, “se trata de reinaugurar una advertencia, de alertar acerca de una orientación que puede abrir el camino hacia una procreación sin transmisión simbólica, hacia una reproducción que se asimile a la serie anónima y a la multiplicación utilitarista de los objetos al anularse la dimensión singular, ese uno por uno que es rasgo característico y necesario de nuestra especie.” [19]

Dicho de otro modo, en ambas ficciones no se alude a la deshumanización de un sujeto humanizado por su captura en la lengua y la lógica de la exogamia, no se trata de la reducción del cuerpo a objeto en tanto organización industrial que incluye el aprovechamiento de cada partícula de un cuerpo ya constituido, sino de un algo que desde el inicio aparece reducido por su condición de objeto útil. Desde el marco conceptual que nos presta el texto “Un deseo que no sea anónimo”, pensamos que es posible abordar estos escenarios situacionales sirviéndonos del operador lógico que designamos como Afectación del núcleo real.

Final abierto

Al iniciar este artículo, sosteníamos que la novela de Bazterrica admitía un abanico de lecturas posibles, y que apuntaba mucho más a una realidad presente difícil de asimilar, que a la invención de una fantasía futurista.

De alguna manera, el porvenir allí relatado hace aparición en nuestra actualidad conviviendo con múltiples objeciones a su avance, y en un entramado al que aludimos, todavía, como canibalismo simbólico, y no como una propuesta a ser llevada a cabo en la realidad.

El desarrollo de la fase actual del capitalismo, entendido no sólo como un sistema de producción económico, sino sobre todo en su vertiente de ser una fábrica de subjetividades, implica la multiplicación de vidas, conformadas subjetivamente o con posibilidades de hacerlo, que son forzadas por las necesidades de expansión del sistema a habitar circunstancias materiales y simbólicas que originan existencias que no son dignas de ser vividas. De esta manera, resulta visible en qué medida la dinámica del capitalismo, y sus formas de legitimación, tienden a disolver el desarrollo de lo simbólico, y por ende a promover el aplastamiento del eje Universal-Singular.

Concluir en que las “cabezas” que habitan el territorio ficcional de “Cadáver exquisito” no son equivalentes a criaturas humanas no cierra nuestra preocupación, sino que acrecienta nuestras dudas acerca de qué otras formas podrá tomar el capitalismo en su camino, llevando al extremo la disolución de la condición humana con el recurso de reducir el cuerpo a objeto o, como en la novela, de maximizar la aparición de nuevas formas de explotación para preservar su supervivencia.

Que las “cabezas” no sean humanas no incluye una recomendación sobre la factibilidad de su consumo, sino una advertencia sobre una objetivación de lo humano que va quedando expuesta en su máxima expresión: si la dinámica del capitalismo tiende a cosificar al semejante, deshumanizándolo, ¿por qué razón el escenario expuesto en la novela no habría de realizarse?

Tal vez prevalezca todavía un rasgo de identificación imaginaria, ya suprimido con las especies animales que se consumen sin dificultades, según una variedad de referencias culturales y epocales. Sin embargo, este dato no agrega más que una contingencia que no parece difícil dejar atrás, frente al predominio de las demás variables.

Finalmente, y más allá de las conclusiones que provisoriamente alcancemos, seguimos considerando que nuestra tarea será la de pensar y advertir con seriedad sobre las cuestiones que no pueden ser ignoradas o eludidas, ni tampoco cedidas a quienes se desinteresan por sus consecuencias para el campo de la subjetividad.

En “Re-producción de lo anónimo”, tal como en la actualidad, sosteníamos que la historia continúa, aunque no nos resulte sencillo anticipar con claridad hacia qué punto dirige su marcha. Y también que esperábamos, intentando aportar una moderada cuota de optimismo, que el trabajo de pensamiento pueda influir de algún modo en ese recorrido, aunque tengamos continuamente la impresión de estar corriendo detrás del último vagón de un tren que se aleja a una velocidad cada vez mayor.

Referencias

Alemán, J. (2016) "Horizontes neoliberales en la subjetividad". Grama Ediciones: Buenos Aires.

Bazterrica, A (2017). Cadáver exquisito. Clarín Alfaguara: Buenos Aires.

Kletnicki, A. (2000). “Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real” en especial los apartados 3, 4, 5 y 6, en: La encrucijada de la filiación, Lumen, Buenos Aires.

Kletnicki, A (2004) “Niños desaparecidos: lógica genocida y apropiación ilegal”, en Hasta que la muerte nos separe. Poder y Prácticas Sociales Genocidas en América Latina, Daniel Feierstein y Guillermo Levy (comp.), Buenos Aires, Ediciones Al Margen.

Kletnicki, A. (2006). “Re-producción de lo anónimo”, comentario sobre el filme “The Matrix”, de The Wachowski Brothers, publicado en Aesthethika Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte - Vol. 2, (2).

Lévi-Strauss, C. (1985), “Las estructuras elementales del parentesco”, Planeta-Agostini, Barcelona.

Lugones, L. (1906), “Yzur”, en “Las fuerzas extrañas”, recuperado de https://www.mendoza.edu.ar/wp-content/uploads/2020/03/Yzur-de-Leopoldo-Lugones.pdf

Oxfam Internacional, disponible en: https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621341/bp-inequality-kills-170122-summ-es.pdf

Ryünosuke Akutagawa. "Kappa y otras fábulas". Traducción y prólogo de Iván Díaz Sancho. Colección Maestros de la literatura japonesa - Editorial Satori.

Swift, J. Una modesta proposición. disponible en: http://literatura.itematika.com/libro/450/una-modesta-proposicion.html


[1Kletnicki, A. (2006). “Re–producción de lo anónimo”, comentario sobre el filme “The Matrix”, de The Wachowski Brothers, publicado en Aesthethika Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte - Vol. 2, (2). Nuestro texto revisa la propuesta sarcástica de Jonathan Swift a la luz de las novedades que introduce el campo científico-tecnológico presente en The Matrix, adentrándonos en el análisis de las Tecnologías de Reproducción Humana Asistida (TRHA), y su relación con la temática de la filiación.

[2El nombre completo del texto de Swift, escrito en 1729, es “Una modesta propuesta para evitar que los hijos de los pobres sean una carga para sus padres o su país, y para hacerlos útiles al público”. En Argentina “Una modesta proposición” es un texto de Dominio Público (Ley 11723 de Propiedad Intelectual). Puede obtenerse una versión en: http://literatura.itematika.com/libro/450/una-modesta-proposicion.html

[3"Kappa y otras fábulas", Ryünosuke Akutagawa, traducción y prólogo de Iván Díaz Sancho. Colección Maestros de la literatura japonesa - Editorial Satori.

[4El último informe sobre desigualdad global publicado por la ONG Oxfam Internacional, aporta algunos datos que, lamentablemente, ni siquiera resultan sorprendentes: 1. Entre marzo de 2020 y noviembre de 2021 la riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99% de la humanidad se ha deteriorado. 2. Las desigualdades contribuyen a la muerte de al menos 1 persona cada 4 segundos. 3. Conjuntamente, 252 hombres poseen más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas de África, América Latina y el Caribe. 4. Desde 1995, el 1% más rico ha acaparado cerca de 20 veces más riqueza global que la mitad más pobre de la humanidad. 5. 3,4 millones de personas negras en EE. UU. estarían vivas hoy si tuvieran la misma esperanza de vida que la población blanca de ese país. Antes de la pandemia de COVID-19, esa alarmante cifra ya se situaba en 2,1 millones. 6. En los EE. UU. la inmensa mayoría de la población aún no recuperó el nivel de ahorro que tenía antes de la crisis financiera de 2008, mientras que el 1% más rico pasó de concentrar el 30% de la riqueza en 1989 a más del 40% en 2016, cifra que continúa en ascenso. Fuente: https://oxfamilibrary.openrepository.com/bitstream/handle/10546/621341/bp-inequality-kills-170122-summ-es.pdf

[5Una frase presente en los debates sobre el tema, y cuyo origen se atribuye tanto a Fredrik Jameson como a Slavoj Zizek, dice que “es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”. En nuestro caso, hemos tomado contacto con la cita a través de la lectura de "Horizontes neoliberales en la subjetividad", de Jorge Alemán.

[6En “Cadáver exquisito”, las “Hembras PGP, Primera Generación Pura”, son cabezas nacidas y criadas en cautiverio, sin modificaciones genéticas ni inyecciones para acelerar su crecimiento.

[7Nicolas Calas –poeta y crítico greco-estadounidense– sostenía que un cadáver exquisito revelaba “la realidad inconsciente del grupo que lo ha creado, los aspectos no verbalizados de la angustia y el deseo de sus miembros”.

[10‟Le cadavre exquis boira le vin nouveau”, en el juego original en francés.

[11Kletnicki, A (2004) “Niños desaparecidos: lógica genocida y apropiación ilegal”, en Hasta que la muerte nos separe. Poder y Prácticas Sociales Genocidas en América Latina, Daniel Feierstein y Guillermo Levy (comp.), Buenos Aires, Ediciones Al Margen

[12Ídem

[13Kletnicki, A. (2000). “Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real” en especial los apartados 3, 4, 5 y 6, en: La encrucijada de la filiación, Lumen, Buenos Aires.

[14Lévi-Strauss, Claude (1985), “Las estructuras elementales del parentesco”, Planeta-Agostini, Barcelona.

[15Kletnicki, A. (2000). “Un deseo que no sea anónimo. Tecnologías reproductivas: transformación de lo simbólico y afectación del núcleo real”. En: La encrucijada de la filiación, Lumen, Buenos Aires.

[16Kletnicki, A. (2006). “Re-producción de lo anónimo”, comentario sobre el filme “The Matrix”, de The Wachowski Brothers, publicado en Aesthethika Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte - Vol. 2, (2).

[17Lugones, L. (1906), “Yzur”, en “Las fuerzas extrañas”, recuperado de https://www.mendoza.edu.ar/wp-content/uploads/2020/03/Yzur-de-Leopoldo-Lugones.pdf

[18Kletnicki, A. (2006). “Re–producción de lo anónimo”, comentario sobre el filme “The Matrix”, de The Wachowski Brothers, publicado en Aesthethika Revista Internacional sobre Subjetividad, Política y Arte - Vol. 2, (2).

[19Ídem


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